Alberto Ajón: en Radio Reloj he escrito mi leyenda profesional y personal

Evocar la sagrada memoria del escritor, filólogo, profesor y periodista, Alberto Ajón León (1948-2024), quien fuera figura «clave» de la fraterna emisora Radio Reloj, donde me formé como periodista radial gracias a sus valiosas enseñanzas, constituye el objetivo fundamental de esta entrevista que, amablemente, me concediera con motivo del aniversario 75 de la fundación de Radio Reloj.

El también miembro activo de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Sociedad Cultural «José Martí» accedió a conversar con nuestros lectores para revelarles los «secretos» que ha ido descubriendo poco a poco, «como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo», según el pensador heleno Annon, durante su infatigable quehacer profesional en la emisora más escuchada de nuestra geografía insular.

Ajón León es, además, autor de libros de relatos cortos y de novelas, publicadas por editoriales cubanas, y ha obtenido premios y menciones en concursos nacionales, tanto periodísticos como literarios.

En esos certámenes, así como en los encuentros científicos sobre locución —organizados por la sección correspondiente de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y celebrados, tanto en La Habana, como en el interior del país— ha integrado el jurado que selecciona a los ganadores de dichos certámenes.  

Por otra parte, es un cálido defensor del uso correcto y esmerado de nuestra lengua materna, no solo desde las ondas nacionales de RadioReloj, sino también desde las aulas de la enseñanza secundaria básica, donde ejerciera el magisterio por espacio de varios años.

¿Qué representa para usted ser valorado como una de las figuras legendarias de Radio Reloj; histórico medio de comunicación que cumplió 75 años en el aire, y que desde su fundación en 1947 satisface —con creces— las necesidades cognoscitivas y espirituales de la población cubana?

¡Ojalá pueda yo algún día ser considerado parte de la historia radio relojera, no ya de la leyenda, aunque fuese allá, en lo último del coro! Esa emisora me ha concedido muchos más merecimientos que los que, en realidad, deben adjudicárseme, ya que me ha dado mucho más que cuanto le he entregado […], aunque no le puedo negar que en Radio Reloj he escrito mi leyenda profesional y personal. 

Por lo tanto, soy yo quien tiene que agradecer la posibilidad de servir humildemente desde aquí  para contribuir a la cultura y la educación que debe caracterizar a la población cubana.

¿Cómo percibió ese nuevo aniversario al que llegara —con aciertos y desaciertos, éxitos y fracasos, alegrías y tristezas— una emisora única de su tipo en el mundo de la información?

Confieso que, en los últimos años, con el desarrollo de la tecnología digital y de Internet, me ha inquietado el futuro de Radio Reloj. Hoy cualquiera, con una computadora o un teléfono móvil, puede informarse con más o menos inmediatez y hasta ejercer las funciones propias del periodista.

No es preciso ya encender la radio para conocer la hora. Eso obligará a esta emisora a renovarse, a cambiar sus técnicas y hasta su estilo informativo.

Todavía Radio Reloj puede ser más dinámica y tiene que enriquecer sus boletines, ampliar su diámetro de acción informativa, valerse de los géneros y la experimentación de las formas; ser más osada, para hacerse más atractiva a los oyentes.

De las muchas vivencias registradas en su archivo mnémico, ¿podría relatar alguna que, por su especial connotación, haya dejado una impronta en el intelecto y en el espíritu de un cálido defensor del uso correcto y esmerado de la lengua cervantina, como lo es usted?

Conocí a un periodista hispano que se formó en Cuba, en Radio Reloj, y me contó que el día que llegó a la redacción de la emisora lo hicieron redactar veinticinco veces la misma noticia. En esa labor, invirtió toda la jornada de trabajo. Pero cuando salió de aquí, ya era un redactor «radio relojero». Hoy, cuando se le pide a algún joven redactor que reelabore un texto, puede reaccionar colérico, como Aquiles. Pero hay que hacerlo repetir: la exigencia es la mejor educadora que existe.

Según su apreciación personal, ¿estaría de acuerdo con el criterio sustentado por muchos profesionales que laboran en nuestro sector de que Reloj deviene escuela de periodismo radial y del buen decir?

¡Claro que sí! Para redactores y locutores Radio Reloj es la academia, el nivel superior. No hay otra emisora donde se exija más en cuanto a normas sintácticas, requisitos léxicos y calidad en la lectura. Y ya se sabe que la práctica es el camino para la consolidación de los conocimientos.

En otras plantas radiales y canales televisivos son suficientes una grabadora y un cuarto de edición, pero se van perdiendo las habilidades de la escritura, que es lo que prevalece en Radio Reloj.

En el caso de la locución, un turno de tres horas de incesante lectura, y con frecuencia de mucho más tiempo, entrenan más que una salida al aire de pocos segundos o una fugaz improvisación coloquial, con auxilio de efectos y cortinas musicales.

¿Algo que desee agregar para que no se le quede nada en el tintero?

Claro que sí: ¿Que no somos óptimos? «En todas partes cuecen habas», pero es innegable que el paso del tiempo nos hace mejores a todos, y las habas que aquí se cosechan suelen ser de buena calidad […].

¿Que no todos somos idóneos aquí? Ya lo dijo don Miguel de Unamuno, el viejo rector de la Universidad de Salamanca: «Leer, leer, leer […]»Hasta hoy, es el único método recomendable para la apropiación de la cultura.

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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