La batalla de Carabobo constituye una historia con honor. Fue una de las principales acciones militares de la Guerra de Independencia de Venezuela que se llevó a cabo en el Campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, por parte del ejército patriota comandado por Simón Bolívar contra el ejército real del Imperio español.
Cuando la historia la escribe el decoro de hombres de la estatura militar de Bolívar trasciende en el tiempo, y es por eso que, este jueves se conmemora con orgullo el aniversario 200 de la decisiva liberación de Caracas, así como la del resto del territorio venezolano, la cual se reafirmó la expulsión definitiva de las tropas españolas en la posterior batalla naval del Lago de Maracaibo.
Simón Bolívar organizó su ejército en tres divisiones: En la vanguardia, al mando del General José Antonio Páez, en el centro, comandada por Manuel Cedeño y en la reserva, dirigida por Ambrosio Plaza.
Bolívar asciende inmediatamente y en el mismo campo de batalla a José Antonio Páez como General en Jefe, por su gran participación en esa lucha. Cabe resaltar que héroes, entre los cuales muchos son anónimos, dejó esta batalla, conocidos como héroes de la independencia.
La estrategia utilizada por El Libertador se puede resumir en esta frase «En la unión está la fuerza» ya que al unir los esfuerzos de todos aquellos que estaban con él, encontró una fuerza tal que le permitió lograr su objetivo: la libertad.
Al escribir hoy acerca de la gran batalla de Carabobo, recuerdo las sentidas palabras del Héroe Nacional, José Martí, en su libro La Edad de Oro, cuando dijo: “Cuentan que un viajero llegó a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino como se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, sólo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre”.
Martí destaca en su texto Los tres héroes, que cuando existen muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Y señala: Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.
Así vio el Apóstol de Cuba al emancipador de América.