A la trama del 15 de noviembre, de la marcha “lícita, pacífica e independiente”, a esa obra de personajes grandilocuentes y gestos ampulosos, le llegó su final. Y lo saben, lo sabemos todos. Aunque calle la “prensa independiente”, aunque lo intenten justificar algunos fundamentalistas, divorciados de toda forma de racionalidad; aunque ninguno de ellos lo quiera admitir: ya esa puesta en escena no aguanta una reposición.
No fue trabajo de guionista alguno sino consecuencia lógica de las alianzas forjadas entre sus protagonistas. Van a tener que inventar alguna otra cosa… y algún otro líder.
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