Por Diosmel Galano Oliver
Doralina seguro fue una niña muy inquieta, de esas que cazan asombros y los convierten en alegría; seguro encontró más de un nidal y ayudó al cuidado de sus moradores, se inundó con el verde de los campos cubanos y hasta paseó por las carreteras en coche.
Dora Alonso nacía en Matanzas el 22 de diciembre de 1910, y justo allí, comenzó una historia de creación literaria para los niños que llega aún a varias latitudes, con mensajes de amor y respeto a la naturaleza, característicos de su obra.
Narradora, dramaturga, poeta y periodista, nos encontramos ante la autora cubana para niños más traducida y publicada en el extranjero, con un estilo literario basado en la sencillez y manejo de las emociones, resaltando siempre en sus textos al campesinado cubano, a través del recreo de sus valores humanos.
Varios premios avalaron el alcance de su obra: la Distinción por la Cultura Nacional y la Félix Varela de Primer Grado, el Premio Nacional de Literatura en 1988, y el Mundial de Literatura Infantil José Martí, por citar algunos.
Entre los títulos que podemos destacar están Tierra inerme, Once caballos, Sol de Batey, Tierra adentro, Aventuras de Guille y En busca de la gaviota negra.
El 21 de marzo del 2001 se apagaba la vida de tan querida autora; seguro ese día marchó junto al Cochero Azul para quedarse a vivir, por siempre, en el valle de la Pájara Pinta.
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