La Educación Especial en Cuba constituye una de las obras de mayor entrega y amor, que apuesta por una inclusión escolar cada vez más plena. Creada hace 58 años goza de alto prestigio internacional y reconocimiento social por sus resultados en la atención a niños, adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales, asociadas o no a discapacidad.
Fruto de la gran obra educacional en nuestro país sigue siendo una prioridad, y a pesar de las restricciones materiales, propias del bloqueo, el Estado garantiza los recursos tecnológicos necesarios para su continuo desarrollo y perfeccionamiento.
Beatriz Roque Morales, directora nacional de la Educación Especial, explica que el objetivo es lograr la máxima preparación integral posible de los educandos en cualquier contexto, y afirma que la concepción de la inclusión educativa implica todo un sistema de recursos, apoyo y diseño de estrategias que permitan allí donde estén, sea la escuela especial o la regular, la corrección o compensación de las necesidades que se identifican y la potenciación de sus logros.
Asimismo refirió como positivos la cobertura de atención y la calificación del personal docente que labora en las instituciones.
“En Cuba la escuela especial tiene carácter preventivo, inclusivo, diferenciado e intersectorial y tiene la familia un papel protagónico durante todo el proceso, aspectos que se refuerzan ahora con el tercer Perfeccionamiento Educacional”, afirmó.
A propósito de este señaló que se adaptan los currículos y se dan precisiones metodológicas para docentes y especialistas en los centros regulares de la educación, en los que además se cuenta con maestros de apoyo para el asesoramiento, intérpretes de Lengua de Señas, logopedas y psicopedagogos.
La especialista también comentó que la atención en la escuela especial no es obligatoria, es decisión de la familia, y tiene carácter transitorio.
Actualmente unos 33 639 educandos con necesidades educativas especiales son atendidos en 338 instituciones y nueve centros mixtos, cifras que han disminuido con los años, como consecuencia del aumento de alumnos en contextos regulares y del abordaje clínico temprano y más eficaz.
Un reflejo de la prioridad que recibe esta enseñanza es la continuidad de estudios y preparación laboral de mil 70 jóvenes en la ETP y la incorporación al empleo cada año de más de mil personas con discapacidad intelectual, en tanto cerca de 200 estudiantes con discapacidad visual, auditiva y físico-motora ingresan a la Educación Superior.
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