Los hombres mueren, los pueblos son inmortales; las ideas de un hombre pueden desaparecer con él pero lo que jamás puede ocurrir es que las ideas encarnadas en el alma y en el corazón de un pueblo puedan morir. Así expresaba el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro en febrero 2001, y hoy cuando no se encuentra físicamente entre nosotros, sus palabras cobran singular vigencia y extraordinario legado para las actuales y venideras generaciones de cubanos.
