El Teatro Nacional de Cuba vibró con el reestreno de la zarzuela «La Corte del Faraón», una joya del género lírico que no se presentaba en la escena nacional desde hace 15 años. Con funciones los días sábado y domingo en la Sala Avellaneda, la obra de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, con música de Vicente Lleó, cautivó al público, demostrando la vigencia de este clásico que en enero cumplió 115 años de su estreno.
Yhovani Duarte, director general del Teatro Lírico Nacional de Cuba, asumió el reto de rescatar esta obra pese a las limitaciones económicas que enfrentan las artes escénicas en el país. En entrevista con la Agencia Cubana de Noticias, Duarte destacó que el montaje buscó renovar la propuesta visual y escénica, aunque reconoció las dificultades de dirigir tanto la orquesta como la puesta en escena.
Antes de la función del domingo, Duarte dedicó la presentación al recordado tenor y maestro Adolfo Casas, figura fundamental del Teatro Lírico y mentor de generaciones de artistas. Esta emotiva dedicatoria resaltó el valor formativo y artístico de una institución que sigue siendo semillero de talentos, incluso en condiciones adversas.
El público disfrutó de una versión fresca y divertida, donde los enredos amorosos del general Putifar, la bella Lota y el casto pastor José desataron risas y complicidad. Los diálogos incorporaron guiños a la realidad cubana actual, mientras la orquesta, bajo la batuta del joven Jorge Félix Leyva, añadió momentos musicales brillantes sin perder el ambiente faraónico.
Las sopranos Yailen Videaux y Ariagna Reyes compartieron el rol de la Reina, mientras Adis Herrera y Dunia Pedraza dieron vida a Lota. Los tenores Carlos Humberto Lara y César Vázquez encarnaron a Putifar, y las voces emergentes de Ernesto Lorenzo y Pablo Alejandro Ramos destacaron como José. El coro del Teatro Lírico, dirigido por Denisse Falcón Lay, y la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana completaron un reparto de lujo.
Aunque solo se realizaron dos de las tres funciones previstas, Duarte celebró el compromiso de todo el equipo artístico y técnico. El entusiasmo del público y la calidad del montaje refuerzan el propósito del Teatro Lírico de rescatar obras clásicas con nuevas miradas, demostrando que el género zarzuelístico sigue vivo y capaz de conmover en pleno siglo XXI.
(Con información de ACN)
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