Declarada entre las siete Ciudades Maravilla del Mundo, La Habana justifica ese y otros muchos reconocimientos no solo por su belleza y movilidad, sino por las tradiciones de su gente y por una esencia casi misteriosa que le ampara de cualquier problema.
Fundada definitivamente el 16 de noviembre de 1519 bajo la sombra de una ceiba en la bahía de Puerto Carenas —tras un primer asentamiento en 1515 en la costa sur del país—, la Villa de San Cristóbal de La Habana devino rápidamente en un enclave estratégico y cosmopolita. Desde entonces, ha sido puerta de entrada y crisol de culturas, atrayendo a viajeros, pensadores y artistas de todo el mundo.
Cuba, y La Habana como su esencia más representativa, es el fruto de un mestizaje profundo. Si bien sus raíces principales provienen de lo español y lo africano, también confluyen en su identidad aportes chinos, haitianos, franceses, alemanes, hebreos y de muchos otros orígenes, configurando un tejido social único en el Caribe.
Con una extensión de 732 kilómetros cuadrados y 15 municipios —nueve de ellos completamente urbanos—, la capital de la República alberga en apenas 4,5 km² su corazón histórico: la Habana Vieja. De ellos, 2,2 km² conforman el eje recreativo-histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982. Este reconocimiento subraya no solo su valor arquitectónico, sino también su escala humana, su riqueza simbólica y la continuidad de su vida comunitaria a lo largo de los siglos.
En 2023, La Habana fue proclamada una de las siete Ciudades Maravilla del Mundo, un galardón que ratifica lo que millones sienten: su grandeza no reside solo en sus monumentos, sino en el espíritu colectivo que la sostiene. Ese espíritu, poético y resistente, se expresa en la manera en que sus habitantes enfrentan las adversidades con creatividad, solidaridad y amor por lo propio.
Hoy, al cumplir 506 años, La Habana no celebra solo una fecha: celebra la pervivencia de una ciudad que, pese a todo, sigue siendo hogar, inspiración y refugio para quienes la habitan y la sueñan. Cuidarla, protegerla y caminar por sus calles con respeto es responsabilidad de todos quienes la amamos.
(Con información de Prensa Latina)
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