Cuando se informó el 11 de marzo del pasado año el primer caso de la Covid-19 en nuestro país comenzamos a conocer realmente la alta peligrosidad de una enfermedad sin un tratamiento para la cura de manera inmediata.
Investigadores de todo el mundo emprendieron una carrera por la búsqueda de la vacuna para prevenir a la humanidad de un virus letal, pero hasta la fecha y los ingentes esfuerzos de muchos científicos, aún el índice de contagios a nivel global es alarmante tras una ola de rebrotes que ocasiona también miles de fallecidos.
En Cuba, la cifra de contagiados en los últimos 15 días muestran un ascenso que exigen elevar la responsabilidad y el cumplimiento estricto de las medidas para evitar contraer la enfermedad con la premisa absoluta de que No enfermar es una tarea de todos.
De todos, esa es la afirmación y la alerta necesaria porque para cortar la cadena de transmisión cada uno de nosotros debe mantener un comportamiento responsable en su desenvolvimiento cotidiano sin pretender que sólo el sistema de salud integrado del país, asuma el protagonismo.
Si bien, existen labores de las cuales no es posible desistir pues, hagámoslas bajo los requerimientos sanitarios que el momento requiere, no demos margen por pequeño que parezca a la entrada del virus. Higienización, distancia y sino quedarnos en casa sobre todo aquellas personas con enfermedades vulnerables, los mayores de sesenta años y los niños y adolescentes.
Y es que, las estadísticas más recientes mostradas en Cuba, demuestran la necesidad de hacer siempre énfasis, reiterar no importa las veces posibles, insistir por que no siempre la percepción del riesgo es la adecuada por los ciudadanos y las consecuencias son las cifras que hoy se registran de adultos mayores contagiados y que pasan a estados graves o críticos y lamentablemente fallecidos por complicaciones de las enfermedades crónicas.
Cuando observamos los números ascendentes de contagiados en el país también se refleja el aumento de pacientes en el segmento pediátrico de la población, algo que en 11 meses de pandemia no era destacable, sobre todo en el reflejo en cifras de graves y críticos.
Por ejemplo, en una de los datos más recientes, en un día 37 menores de 20 años estaba contagiado por la COVID-19, 4 (2 lactantes) se reportaban de graves, en tanto uno se registraba como critico con evolución favorable sin ventilación asistida.
Del total de los enfermos ahora en Cuba según refieren los expertos del Ministerio de Salud Pública, entre el 10 y el 12 por ciento son niños y adolescentes entonces, el llamado de atención es a las familias si queremos revertir la situación actual.
Queda demostrado en las estadísticas que la población pediátrica no está exenta de enfermarse y si existe el riesgo de complicaciones en aquellos que padezcan enfermedades crónicas; en resumen, se infectan y trasmiten el virus, inciden en la cadena epidemiológica y sufren además de las secuelas de la enfermedad.
La alerta es ahora para todos, la COVID-19 no es asunto de las personas adultas y vulnerables; los jóvenes deben protegerse y así lo hará hacia sus familiares y la sociedad en general.
Según Lisette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría las familias deben interiorizar que la bioseguridad doméstica es elemental recordando que en el hogar comienza la cadena de prevención, por ende, ante un nuevo escenario se debe vivir con responsabilidad.