Gala por el centenario de Alicia Alonso

El Canal CubaVisión, de la Televisión Nacional, transmitió la Gala por el centenario de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), que tuviera lugar en la sala «García Lorca» del Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso».

En esa función conmemorativa, se dieron cita las compañías Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, Danza Contemporánea de Cuba, Ballet de Camagüey, Acosta Danza y Malpaso.

El programa artístico incluyó el estreno mundial de la obra Unto The End, We Meet (Hasta el final, nos encontramos), del coreógrafo estadounidense Kyle Abraham, quien viajó especialmente a La Habana, para montar —con música del maestro Arvo Pärt— un encuentro sui generis entre una bailarina clásica y un bailarín contemporáneo, así como un solo —con coreografía de la artista Daile Carrazana— interpretado por el primer bailarín Osnel Salgado, fundador de la agrupación Malpaso, y fragmentos de obras  inmortalizadas por la eximia ballerina como intérprete o coreógrafa durante su fecunda carrera artístico-profesional.

Ante todo, habría que referirse a la impresión inicial que produjo, tanto en el televidente insular, como en los integrantes de las compañías que participaron en dicha gala, la presencia espiritual de Alicia en la sala principal del vetusto Coliseo de La Habana Vieja; presencia espiritual que se hizo patente mediante un fenómeno que la Parapsicología identifica como percepción extrasensorial.

Con apoyo en el influjo que les insuflara el ánima noble y buena de Alicia, los bailarines convocados danzaron no solo con el cuerpo, instrumento esencial del arte de las puntas, sino también con la mente y el alma, porque están conscientes de que esa disciplina artística es expresión legítima de la unidad indivisible integrada por la tríada cuerpo-mente-alma.

Los bailarines clásicos convirtieron en sentimientos, emociones u otros estados subjetivos del yo, los movimientos físicos, mientras que los bailarines contemporáneos transformaron los movimientos —realizados con el esquema corporal— en recursos afectivo-espirituales. Tanto unos como otros conocen —con precisión y exactitud dignas del más cálido elogio— los «secretos» ocultos en el cuerpo humano, el cual deviene la herramienta fundamental en que se sustenta la danza clásica y contemporánea.

Por otro lado, los danzantes dominan la técnica académica, la interpretación teatral, así como el estilo de las obras llevadas al proscenio; recursos técnico-dramatúrgicos que logran intelectualizar, espiritualizar e impregnar de la personalidad de cada uno de ellos, para establecer la relación «mágica», indispensable, entre artistas y espectadores, para que el auditorio pueda percibir el mensaje de amor, paz y solidaridad humana, que se le transmite a través de esas obras del ballet cubano e internacional; puestas en escena, tocadas por la gracia y el «arte inimitable de Alicia Alonso», al decir de José Lezama Lima (1910-1976), y caracterizadas —básicamente— por su genuina cubanía.

No creo que quede la más mínima duda de que los integrantes de las compañías danzarias —que intervinieron en ese emotivo tributo a la más eminente artista de todas las épocas y todos los tiempos— supieron honrar y embellecer, con creces, el paradigma que representa Alicia Alonso para el ballet cubano e internacional, así como para la cultura caribeña y universal.

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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