Un crimen: María de Lourdes y María Cristina Giral Andreu

Cristina y Lourdes fueron las menores de los cinco hijos del matrimonio formado por José Giral y Alicia Andreu. El padre, procedente de Santander, España; y Alicia, cubana y ama de casa, residían en la Calle Cisneros, hoy Avenida 42, en la ciudad de Cienfuegos.

En 1951, su hermano Arnaldo se mudó para la Habana, y pocos años despues lo hicieron Lourdes y María Cristina.
Pero nadie podía imaginarse aquella tarde del domingo quince de junio de 1958, que sería la última vez que sus vecinos, recibirían el cariñoso saludo de las jóvenes, que habían venido desde la capital para estar con el viejo José, ese Día de los Padres.
Como era su costumbre se despidieron de todos con besos y abrazos, asegurando que pronto volverían; pero la muerte vestida con el uniforme de los esbirros de la dictadura batistiana, las esperaban en el apartamento 41 del edificio de 19 y 24, en el capitalino Vedado, al que llegaron en horas de la tarde. Su hermano las dejó junto al edificio, como era habitual al regresar de Cienfuegos.
Ellas subieron alegres hacia su hogar, pero al llegar al apartamento los asesinos, sin mediar provocación alguna, sin preguntar algo o tratar de detenerla para inventar después una acusación falsa, las recibieron con una lluvia de balas y resulta imposible creer, que después sus cuerpos fueran arrastrados por la escalera hacia la planta baja.
Este crimen está fuera de toda calificación, pues la acción de los esbirros contra las indefensas muchachas, respondía sólo a la desesperación de los batistianos ante el avance incontenible de los rebeldes al mando de Fidel Castro y no vacilaban en matar a sangre fría y sin causa alguna.
La infancia de estas dos víctimas del odio y la impotencia de los personeros de la dictadura, acogidos más tarde como héroes en los Estados Unidos, transcurrió en esta ciudad como la de otras muchas niñas, sus vecinos, aún recuerdan a la dinámica Lourdes, optimista, conversadora, presumida, muy decidida y a Cristina, seria, reflexiva, pero amistosa, ambas se complementaban y existía entre ellas una estrecha relación fraternal.
Los vecinos de las hermanas Giral Andreu sabíamos que desde muy jovencitas se rebelaban frente a toda manifestación de injusticia, pues en sus escuelas tuvieron dificultades por criticar la discriminación de que eran objeto los alumnos más pobres y los privilegios de los ricos, por lo cual no resultó raro que se incorporaran a la resistencia contra la dictadura y desde su trabajo en la oficina de la Concretera Nacional participaran en actividades clandestinas y apoyaran el movimiento revolucionario.
La jauría batistiana trató de vincularla al atentado a Santiago Rey, personero de la Dictadura, para justificar el horrendo crimen, pero ellas resultaron víctimas del odio y el miedo de los asesinos, ya que no tuvieron nada que ver con el atentado al ministro batistiana.
Los asesinos buscaron refugio junto a sus amos yanquis, pero María de Lourdes y María Cristina siguieron vivas en el corazón de los cubanos que hicieron realidad la revolución que ellas ansiaban para su pueblo y están presentes en las conquistas de la Revolución.
Alicia y José, vivieron el resto de sus vidas con la tristeza reflejada en sus rostros, pero amortiguaron un poco su dolor, porque presenciaron el triunfo de la Revolución y pudieron vivir el resto sus vidas en una patria como la querían sus hijas Lourdes y María Cristina.
En su hogar de la Avenida 42 entre 37 y 39, de la Perla del Sur, funciona el Museo de la Clandestinidad Hnas Giral y los vecinos pertenecen al CDR que lleva sus nombres y es una trinchera en defensa de la Revolución, como hubieran querido nuestras inolvidables Lourdes y María Cristina.

Publicado Por: Manuel Varela Pérez

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