Estamos justo a dos meses del inicio de la 60 Serie Nacional de Béisbol, a la que ya podríamos calificar como la más retadora de cuantas se hayan celebrado desde el 14 de enero de 1962.
Jugar un calendario de 75 partidos, tras el obligatorio alejamiento de los campos por la COVID-19; con seis semanas de preparación en los terrenos, a partir del próximo 1ro. de agosto, y ser la antesala de la puesta en forma en busca del ansiado boleto olímpico, es un desafío de gigantes.
Una buena temporada en el orden competitivo, lo cual se traduce en rivalidad, en un certamen en el que cada juego demande un esfuerzo, y en una organización que motive y obligue al jugador a sacar ese extra en pos del triunfo, sería la mejor manera de enfrentar las cotas preolímpicas, tanto la dispuesta para el continente americano como la intercontinental, de donde saldrían los dos cupos que faltan para conformar el sexteto japonés bajo los cinco aros.
De tal manera, cuando los 544 peloteros (34 por cada plantel) se enfunden en los nuevos y vistosos uniformes de sus equipos provinciales deberán sentir que todos tributan a buscar esa papeleta para que el deporte nacional de Cuba no se quede fuera de unos Juegos Olímpicos, y también a hallar un puesto en el podio de premiaciones de ese magno evento mundial.
Habría que recordar que la justa clasificatoria americana, cuya sede sería Estados Unidos, otorga una plaza al ganador y le da la posibilidad al segundo y tercer escaños de acudir a la última oportunidad en pos de la presencia en la capital nipona, con asiento en Taipéi de China, de donde saldría el último pasaje. Es una misión ardua, pero no imposible.
Sudcorea, que obtuvo su ascenso al ser la nación asiática mejor ubicada en el pasado Premier-12, desarrolla ahora su liga profesional, y es muy probable que sus mejores exponentes estén en julio aspirando a retener el título conseguido en Beijing-2008, la última aparición beisbolera en los Juegos. México, que también alcanzó su plaza en el mismo torneo, canceló su liga de verano por la covid-19, pero tiene a cien efectivos enrolados en el adiestramiento, y sus autoridades ya afirmaron que esperan contar con jugadores de su campaña de invierno, además de entablar conversaciones con los equipos de la mlb estadounidense para que les sean cedidos algunos de los que participan en ese circuito.
Israel, el primero, sin incluir a los de casa, en posicionarse en Tokio, al liderar el clasificatorio Europa-África, por encima del poderoso elenco holandés, también se prepara, y trata de encontrar bases de entrenamiento en Japón y Estados Unidos, insuflados por hacer historia, pues desde 1976, cuando asistió con su equipo de fútbol, no tenía un deporte colectivo en la selecta cita.
Para seguir pensando en grande, la Confederación Mundial de Beisbol y Softbol (WBSC) acaba de instalar su sede en la localidad suiza de Pully, adyacente a Lausana, donde habita el Comité Olímpico Internacional. En la inauguración del recinto, nombrado Home plate, estuvo presente el alemán Tomas Bach, presidente del organismo rector del olimpismo. Estar cerca no significa continuidad en el programa de competencias de las reuniones cuatrienales, porque después de Tokio, la pelota no estará en París-2024, y ya estuvo alejado de Londres-2012 y 2016. Sin embargo, sí servirá, como recordó el presidente de wbsc, Riccardo Fraccari, para que el béisbol muestre que es una disciplina popular en el planeta, pues ya cuenta con 211 federaciones nacionales y millones de jugadores (hombres y mujeres), con competiciones desde la categoría Sub-12 hasta mayores. Son suficientes elementos para que los olímpicos no se pierdan, los jonrones.
Texto: Oscar Sánchez