Cuba cumple hoy el primer mes de implementación del ordenamiento monetario enfrascada en los ajustes necesarios para obtener los resultados que demanda la economía nacional de este proceso.
La unificación de la moneda, la eliminación de determinados subsidios y gratuidades, así como la reforma de salarios y precios resultaban acciones impostergables, en palabras del presidente Miguel Díaz-Canel, pero su puesta en práctica ha requerido de varias modificaciones, fundamentalmente en el área de los precios.
Desde el 1 de enero figuras principales del Gobierno comparecen habitualmente en los medios locales para explicar las medidas derivadas de la implantación del ordenamiento, así como para responder a las inquietudes de la ciudadanía.
El primer mandatario cubano enfatizó en que el momento demanda ‘tener sensibilidad, objetividad y análisis político de los procesos económicos’, de ahí que insista en prestar atención a las preocupaciones de la población, que tiene no pocas incertidumbres frente a los actuales cambios.
Atender a esos criterios es una de las direcciones del trabajo gubernamental encabezado por el jefe de Estado y el primer ministro Manuel Marrero, quienes impulsan reuniones con las autoridades provinciales para identificar las deficiencias que persisten y contribuir a la solución de los problemas.
‘Este es un recorrido para intercambiar, para aprender de lo que se está haciendo en los territorios, para recoger cuáles son las cosas que todavía, desde el gobierno central, tenemos que ayudar a destrabar; pero también para alentar’, dijo el presidente en Sancti Spíritus (centro), una de las 12 demarcaciones a las que llegaron desde el 18 de enero.
Problemas en la preparación de muchas administraciones y direcciones empresariales para enfrentar el proceso y distorsiones en la interpretación de lo establecido son algunas de las dificultades encontradas que tienen incidencia en el pueblo.
Díaz-Canel significó que todavía hay directivos sin profundizar en lo que deben hacer para una gestión económica más eficiente de sus entidades, tener menos gastos y lograr un adecuado salario para sus trabajadores, precisamente aspectos esenciales dentro del ordenamiento.
Crear condiciones más favorables para el desarrollo del sector productivo nacional es uno de sus propósitos, pero ello requiere de empresarios que asuman el reto, que generen ideas y aprovechen las oportunidades que ofrece el nuevo escenario, asevera la dirección del país.
Si bien en opinión del vice primer ministro Alejandro Gil, uno de los primeros signos positivos es que muchas empresas estén procurando alternativas frente al encarecimiento de los combustibles o de las materias primas importadas, el recorrido gubernamental refleja que hay mucho camino por recorrer.
Incentivar las exportaciones forma parte de esa ruta, para lo cual no basta con aprovechar las ventajas que surgen de la eliminación de la dualidad monetaria y el establecimiento del cambio del peso cubano a 24 por un dólar estadounidense.
Esa devaluación, que permite que quienes reciben dólares por sus productos multipliquen por 24 sus ganancias con respecto al valor anterior, no significa por sí misma una garantía de obtener ingresos, es preciso exportar, pero hacerlo requiere competitividad en la calidad de las producciones y condiciones de entrega, entre otros aspectos.
Esos son algunos de los desafíos que persisten en el camino del ordenamiento, a pesar del corto tiempo de su implementación.
También, incorporar a más personas a la creación de bienes, así como el monitoreo permanente de la productividad y el control de los precios para no trasladar a estos la ineficiencia de las entidades, que termina recayendo en la ciudadanía.
Por lo pronto, según la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, una buena señal es el interés creciente en la incorporación al trabajo, al cual se sumaron en el primer mes del año 38 mil 493 personas, de las cuales el 30 por ciento son jóvenes.