El pasado 7 de septiembre la comunidad internacional celebró el día dedicado al Aire Limpio por un Cielo Azul para desarrollar las investigaciones e impulsar la puesta en marcha de nuevas prácticas que permitan mejorar la calidad del aire a favor de la población mundial.
Substancialmente, el aire constituye un elemento cardinal para la vida de todo lo que habita en el planeta tierra y sin él no sería posible ninguna forma de vida por ser la principal fuente de oxígeno y, si se quiere lograr un mundo mejor, sano y seguro hoy, es imprescindible comenzar por dar el primer paso en los senderos que conduzcan a contrarrestar los efectos negativos que ocasionan algunos agentes invisibles.
De ahí que interioricemos todo lo que concierne a la importancia de trabajar incansablemente para que el aire que respiramos esté libre de contaminantes, generados por los agentes químicos que se utilizan diariamente en el mundo de la industria y las fábricas, así como por los desechos que constantemente son producidos por el hombre.
Datos reseñados por las Naciones Unidas reportan que 9 de cada 10 personas respiran un aire insalubre, la cifra se corresponde también con el aumento alarmante de contaminación del aire que provoca graves enfermedades y la pérdida de vidas de millones de seres a nivel planetario.
Lo óptimo sería disfrutar de un aire puro y un cielo azul reluciente como fuente inspiradora del lirismo de muchos poetas y no opacado por elementos contaminantes.
En las pretensiones de la ONU está alcanzar una toma de conciencia a nivel global tanto de los gobiernos, organismos internacionales en los distintos niveles y de la población en general para erradicar de una vez por todas las múltiples problemas que acarrea la falta de aire limpio, no sólo a los seres humanos, sino también al medio ambiente y todo lo que se mueve, respira y vive en él.
El desafío está en reducir la contaminación atmosférica, principal causa del deterioro de la salud y la calidad de vida de las personas, a través de la búsqueda de mecanismos y salidas fiables, eligiendo productos que no sean tóxicos para el medio ambiente y la conveniencia del uso de energía renovable.
Y es que al respirar aire puro el cuerpo absorbe oxígeno y favorece la oxigenación celular eliminando las toxinas del organismo, ayudando a estimular nuestro sistema inmunológico, reduciendo la posibilidad de padecer afecciones respiratorias además, trastornos alérgicos cardíacos y depresivos.
También es destacable que vivimos un momento histórico debido a los últimos acontecimientos a los cuales se ha tenido que enfrentar la humanidad entera con la aparición de nuevas plagas y enfermedades, con protagonismo ahora, para la COVID-19.
Recientes estudios científicos han demostrado que una prolongada exposición a partículas finas nocivas, llamada PM 2.5, un componente de la contaminación del aire, está relacionada con una mayor probabilidad de morir por COVID-19.
Los contaminantes más peligrosos son los que afectan el sistema inmunitario. Es sabido, que la exposición al PM 2.5, conlleva a la inflamación pulmonar, que puede debilitar la eliminación de agentes infecciosos como bacterias y virus. Asimismo, la supresión de la respuesta de anticuerpos, un mecanismo vital para el desarrollo de inmunidad contra enfermedades infecciosas como el COVID-19.
Lo cierto es que, en tiempo de pandemia, los cielos y el aire aparecen temporalmente más limpios con mejoras localizadas en la calidad del aire no obstante, la expectativa está en la etapa poscrisis, cuando la enfermedad se calme y las industrias contaminantes quieran recuperar el tiempo con una mayor producción.
La directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, también coincide por su parte que esa bajada de las emisiones y esa mejora de la calidad del aire es solo temporal, por lo que la pandemia ha de verse como la necesidad de construir una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta.
Asimismo, la funcionaria de la ONU sostuvo que cualquier impacto ambiental positivo después de la aborrecible pandemia debe comenzar por el cambio en los hábitos de producción y consumo hacia modelos más limpios y sostenibles.
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