Dialogar con la M.Sc. Alicia Valdés Cantero, quien preside la sección de Musicología de la Asociación de Música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), constituye un verdadero placer para este cronista, quien le dio cobertura periodística durante varios años al espacio La Bella Cubana, que fundara la carismática intelectual caribeña, y cuyo objetivo fundamental era visibilizar la presencia femenina en el pentagrama sonoro insular.
La también escritora y profesora universitaria ha dirigido los Simposios del Festival Internacional «Boleros de Oro» y el Programa Académico del Festival «Danzón Habana», así como ha orientado su ingente labor musicográfica hacia la historiografía, la sociología, el análisis crítico de que deben ser objeto los compositores de música culta y popular, y la presencia femenina en la cultura musical criolla.
¿Cuál fue la motivación fundamental que la decidió a dedicarse en cuerpo, mente y alma al estudio e investigación del universo musical cubano?
La Musicología —disciplina científica que estudia el mundo «mágico» de las corcheas y las semicorcheas— fue para mí la carrera elegida, ya que me dio la posibilidad de conocer y estar cerca de aquellos hombres y mujeres, previsores y constantes, que trazaron el camino fundacional de esa disciplina. Me refiero a los Dres. Argeliers León (1918-1991) y María Teresa Linares (1920-2021), así como a los maestros María Antonieta Henríquez e Hilario González (1920-1999). Lamento no haber conocido a don Fernando Ortiz (1881-1969), así como al escritor, periodista y musicólogo, Alejo Carpentier (1904-1980), aunque me he nutrido del valioso contenido de sus libros acerca de dicha línea temática.
La Musicología me dio la posibilidad de proyectarme en el campo investigativo, de la enseñanza y de la promoción artística. Fue para mí la elección no aprobada por mi madre, quien quería que yo fuera pianista.
Al final la convencí de mi preferencia por la investigación, porque si todos fuéramos intérpretes o compositores, quiénes desentrañarían los misterios de la música y difundirían los conocimientos científicos para elevar los saberes; quiénes se encargarían del resultado de la crítica musical especializada, que tanta falta nos hace, quiénes entonces […]. Somos nosotros, los musicólogos, quienes aportamos los pensamientos, las ideas, para ir transformando nuestro universo.
¿Cuál es la función desempeñada por la mujer en la música cubana?
La presencia de la mujer en la música y la cuantía de su legado no ha sido un tema al que se le haya prestado mucha atención desde la óptica de las investigaciones musicográficas. A falta de esos estudios, conozco algunas pocas proposiciones, que supongo no sean las únicas. Existe una reflexión de la Dra. Mirta Aguirre (1912-1980), quien se acercó al tema, pero desde la composición musical femenina.
Como bien sabes, trabajo el tema de la mujer en la música desde hace más de tres décadas. Ahora, por ejemplo, estoy enfrascada en dos investigaciones sobre la vida y obra de la compositora y pedagoga cubana Gisela Hernández Gonzalo (1909-1971), y acerca de la presencia de la mujer en la musicología en Cuba, una de las áreas musicales donde nosotras hemos alcanzado un elevado protagonismo.
¿Cuáles han sido los paradigmas femeninos que la han motivado a luchar a brazo partido para que se reconozca la valiosa contribución de la mujer al desarrollo de la cultura y la música insulares.
Solo hay uno: mi madre, actualmente jubilada, luego de laborar por muchos años como técnica de un laboratorio farmacéutico. Mujer amable, resuelta, y de una pujanza «fuera de serie». Nunca la he visto atemorizada, ni paralizada ante las embestidas, porque se crece y busca nuevos caminos. Así ha sido siempre y aún hoy, con más de nueve décadas de vida, sigue batallando incansablemente. La quiero, la admiro en demasía. Es mi brújula, mi paradigma, porque es un ejemplo de resiliencia.
Desde su punto de vista, ¿qué podría decir acerca de la violencia contra la mujer, la diversidad sexual y la discriminación de todo tipo?
Temas de palpitante actualidad, que aún se encuentran en discusión y crecimiento, y en consecuencia, se han convertido en elementos «clave» para explicar, mejorar y hacer más inclusivo el mundo en que vivimos, amamos, creamos y soñamos. Su tratamiento reclama estudios multidisciplinarios y analíticos con focalizaciones históricas y profundizaciones conceptuales y teórico-metodológicas.
En mi caso particular, los he incluido en mis investigaciones, y ejemplo de ello es mi Diccionario de mujeres notables en la música cubana, que ya cuenta con dos ediciones. Ese libro ha sido considerado como primero de su tipo en la mayor isla de las Antillas, y la primera tentativa sistemática de los estudios musicográficos cubanos, que articula de modo racional y homogéneo el binomio mujer-música.
El copioso material recoge el quehacer de más de 370 mujeres de todo el país en los diferentes desempeños y sin distingo racial, regional, de edad, y desde el siglo XVI hasta la fecha. Ha sido evaluado por la musicóloga inglesa Patricia Adkins-Chiti, quien hasta su fallecimiento en 2018 presidió la Fundación Adkins-Chiti, como un «documento único y esencial que ha devuelto vida a las mujeres cubanas y centro de referencia para generaciones de músicos, intérpretes, compositores y profesores en el futuro».
¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?
Claro que sí. Destacar —con letras indelebles— el valioso aporte de la mujer al desarrollo de la música cubana, y darle las más expresivas gracias por esta entrevista, que me ha permitido poder hablar de un tema, que —usted lo sabe bien— me apasiona.
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