Ambrosio Fornet: la edición es una de mis grandes pasiones

La sala «Villena» de la sexagenaria Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), fue el contexto idóneo para celebrar el cumpleaños 89 del laureado intelectual Ambrosio Fornet Frutos (1932-2022), Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Edición, así como para dialogar acerca de una de las grandes pasiones (la edición) de esa personalidad relevante de la cultura insular y de mucho más allá de nuestras fronteras geográficas.

Entrevista a Ambrosio Fornet. Escritor, ensayista, investigador, guionista de cine y editor cubano. ACN FOTO/Omara GARCÍA MEDEROS

Mi interlocutor es escritor, editor, guionista cinematográfico, investigador y crítico literario, miembro numerario de la Academia Cubana de la Lengua, miembro ilustre de la UNEAC y de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), así como profesor titular adjunto de la Universidad de las Artes (ISA), donde ejerciera la docencia superior.

¿Cuáles fueron las razones que condicionaron la fundación de Ediciones Unión y qué función desempeña en el universo editorial cubano?

Durante los años 30 y 40 de la anterior centuria no existían editores profesionales en la mayor isla de las Antillas, solo personas que se hacían cargo de un libro, porque tenían una sólida cultura, un arraigado hábito de lectura y eran capaces de revisar una edición. De tal manera que, cuando Ediciones Unión comienza, llega precedida por el aplauso de todos. Ya en 1964 aparece una novedad: el bolsilibro, muy popular en los Estados Unidos, pero novedoso en nuestra plataforma insular.

La colección de libros de bolsillo Manjuarí fue una feliz idea del escritor Fayad Jamis y comenzó publicando El reino de este mundo, del laureado novelista, musicólogo y periodista, Alejo Carpentier (1904-1980), Premio Cervantes de Literatura 1978. Inspirados en esa colección de UNIÓN, en la Editorial Nacional de Cuba creamos la colección Cocuyo, con idéntico formato.

La proyección editorial de la cultura nacional y la posibilidad de publicar libros de manera sistemática se enriquecieron notablemente con la creación de Ediciones Unión. Era el primer proyecto editorial cubano coherente que buscaba mantener una tradición literaria viva, desde los puntos de vista profesional y artesanal.

La UNEAC ha contado con editores muy profesionales y exigentes; por ende, a partir de ahí, todo fue viento en popa, salvo en momentos en que se sintió la falta de coordinación entre el mundo de los escritores y la dirigencia cultural.

¿Cuáles son los indicadores fundamentales que, en nuestro medio, caracterizan e identifican a Ediciones Unión?

El hecho de que teníamos conciencia de estar desarrollando una literatura viva […]. Por primera vez, podíamos reflejar la vida cultural cubana en la literatura y había quien se abstenía de hacerlo, pero, luego, caímos en la cuenta de que eso también era parte de la literatura, porque en Cuba no había libros infantiles,  de artesanía o de cualquier otro tema, y Unión abrió la posibilidad de que esas líneas temáticas vieran la luz de la publicidad. Había una expectativa sobre qué se escribía en la primera Revolución Socialista de América, era un diálogo tenso, y en ese contexto sui generis se desenvuelve UNIÓN.

¿Qué representa para usted la UNEAC, y por extensión, Ediciones UNIÓN?

La UNEAC es la vanguardia artística e intelectual de la nación, que impulsa y defiende la política cultural trazada por la Revolución durante las últimas seis décadas, mientras que Ediciones UNIÓN deviene el criterio para unificar el caos, el vacío. Lo que representaba la cultura (en su acepción más amplia), antes del triunfo de la Revolución, era un caos tan visible que resultaba doloroso. El mundo de la cultura prácticamente no existía, solo había personas que editaban y publicaban libros, pero no personas capaces de hacer confluir sus intereses con una finalidad común.

¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?

Curiosamente, vengo hablando de vacíos y de caos, pero el impulso patriótico, de la identidad y de la cohesión, no lo fue. La conciencia de que, en modo alguno, éramos un pueblo de improvisados, sino que había una trayectoria histórica. De forma tal que, sí tenía conciencia de la identidad y del patriotismo, tenía conciencia de mí, como una persona que no se podía subestimar. Los cubanos estábamos en función de la construcción de una nación libre y soberana.

Estamos hechos de continuidades, pero también de rupturas. Esas rupturas nos han hecho abrirnos al mundo. Eso ha sido notable en el arte cubano. Las tradiciones que niegan ese intercambio con el orbe terminan siendo conservadoras y están irremisiblemente perdidas.

En nuestro país, conservamos la identidad y estamos abiertos al mundo mediante el lenguaje artístico, ya que —al decir del genio martiano— «injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas».

Por último, decirle que la edición es una de mis grandes pasiones.

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Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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