Aramís Delgado: creo que fui actor desde que nací (+Vídeo)

La dignidad no consiste en recibir honores, sino en merecerlos. No creo que, en la lengua española, haya un aforismo como el del filósofo griego Aristóteles que exprese —con mayor transparencia— lo bien conferido que está el Premio Nacional de Teatro 2023 al primerísimo actor Aramís Delgado Cruz; lauro que no solo lo honra a él como artista y ser humano excepcional, sino también a la cultura cubana, a la que representa cum dignitate.

Conocí personalmente al laureado artista hace casi una década, en el lobby del multicine Infanta, con motivo del estreno de un cortometraje, donde Aramís desempeña uno de los papeles principales en dicho contexto audiovisual. Estuvimos intercambiando puntos de vista acerca del «arte de las tablas», y de esa fluida conversación, salió la idea de solicitarle una entrevista, que años después solo pudo concretarse a raíz del otorgamiento de esa bien ganada distinción. 

Mi interlocutor ha recibido decenas de reconocimientos: varios premios  Caricato que avalan sus excelentes actuaciones en programas televisivos, Artista de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), el Premio de Actuación; premios especiales otorgados por diferentes instituciones y organismos por su impecable labor artístico-profesional, así como la Distinción por la Cultura Nacional.

¿Qué significa el Premio Nacional de Teatro para usted, quien por más de cinco décadas ha colmado de prestigio el teatro insular y la cultura cubana?

Es el más importante que puede recibir un actor en la mayor isla de las Antillas. Es asimismo el mayor estímulo que puede recibir un actor por la labor desarrollada durante toda su vida.

Para mí, decir teatro no es decir escenario, sino entrega, consagración, amor y sacrificio. Considero que eso he hecho a lo largo de mi existencia, y quizá por esa razón hoy me siento tan feliz. Soy feliz por haberme entregado total y plenamente a la actuación y por no renunciar nunca a mi país, a pesar de haber recorrido casi todo el mundo.

Ese premio aviva mis deseos de continuar actuando y la necesidad de estar en la escena, que no desaparecerá mientras viva.

¿Cuáles fueron los factores motivacionales que inclinaron su vocación hacia las artes escénicas, y concretamente, hacia la actuación?

Creo que fui actor desde que tuve uso de razón. De San Miguel del Padrón, hoy municipio habanero, mi familia se trasladó a una pequeña finca ubicada cerca de Santa Fe. Recuerdo que se llamaba Taoro, porque contaba con grandes frutales y su principal producción era precisamente el famoso jugo de esa marca. Ese lugar, caracterizado por la belleza de su paisaje, propició el desarrollo de mis inquietudes iniciales hacia el arte, que fueron los colores y sus combinaciones con la luz. A mi manera también cantaba y actuaba.

Cuando cursaba el preescolar, mi maestra, que había observado mi interés por actuar, me dio un poema, bastante largo y complejo, para que me lo aprendiera y lo recitara el «Día de las Madres». No obstante mi corta edad, me aprendí la poesía de memoria. Al finalizar la actividad cultural, muchas madres —incluida la mía— me abrazaron emocionadas.

Por esa época, con ocho o nueve años de edad, visitaba la biblioteca de la zona, donde descubrí y comencé a estudiar la obra de Stanislavski en un libro que aún conservo. Perdí la cuenta de las veces que leí ese texto. Por suerte no fue en vano. Ese estudio me sirvió para integrarme luego a las pequeñas agrupaciones teatrales que existían en ese municipio y que realizaban sus presentaciones en el cine de Santa Fe y en lugares aledaños.

¿Cómo llega usted a las tablas de un teatro… si en plena etapa formativa lo llaman a cumplir el Servicio Militar Activo (SMA)?

Como nunca renuncié a mi gran pasión por la actuación, durante los días duros y difíciles vividos durante la etapa militar, formé e integré algunas agrupaciones teatrales, cuyas puestas en escena llevaba a otras unidades militares.

Obras como Abdala, La comadre y Palabras en la arena integraron el primer repertorio de aquellas agrupaciones, además de monólogos interpretados por mí. Fue en esos años cuando me gané el calificativo de «El Artista». Precisamente con una de esas agrupaciones, me presenté en el Primer Festival de Aficionados, celebrado en la urbe capitalina. En el cine Payret, donde se efectuó el Festival, obtuvimos el primer premio de actuación, y posteriormente, cuando el certamen alcanzó escala nacional, también ganamos el primer lugar.

No obstante el estricto régimen disciplinario, prevaleciente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), con la valiosa ayuda de mis compañeros me escapaba en las noches de la Escuela de Artillería, radicada en la playa de Bacuranao, para recibir clases de actuación en un curso que impartía, en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el maestro Vicente Revuelta; función docente-educativa que después desempeñaría el primerísimo actor Miguel Ponce. Una vez concluido el SMA, me consagré en cuerpo, mente y alma (como sé que le agrada decir a usted) a la actuación en los disímiles medios de comunicación.

¿Qué representa para usted el teatro?

Es en el teatro donde se forman verdaderamente los actores, es donde nacen, crecen y se consolidan como artistas. Si el actor no se forma en el teatro, por mucho que se esfuerce después, no tiene los conocimientos suficientes y necesarios para tener un buen desempeño actoral cuando llega a la televisión y al cine. El teatro me fascina, fue donde me formé, y por eso le agradezco tanto.

¿Cómo comenzó a escribir su leyenda profesional y personal en el vasto campo de las artes escénicas insulares?

La emblemática compañía Teatral «Rita Montaner», a través de una convocatoria, solicitó mi incorporación a la agrupación como joven actor. Comenzaría entonces mi verdadero desempeño artístico-profesional en el «arte de las tablas» con la interpretación de célebres personajes del teatro universal: «Otelo» y «Hamlet», por solo citar algunos. Ellos me abrieron las puertas para formar parte —posteriormente— de otras prestigiosas agrupaciones: Los Doce, dirigida por Vicente Revuelta, y el icónico Teatro Estudio, integrado por los mejores actores cubanos de aquella época.

Trabajé en todas las obras que estrenó Teatro Estudio, donde desempeñé mayoritariamente papeles protagónicos. En esa agrupación, compartí escenarios con estrellas de nuestro teatro: Raquel y Vicente Revuelta, José Antonio Rodríguez, entre otros no menos importantes.

¿Cómo se produce su entrada triunfal a la pequeña pantalla y al séptimo arte?

Son inolvidables mis actuaciones en las telenovelas Magdalena, El año que viene y Las huérfanas de la Obrapía, una de las novelas que más popularidad me concedió. Junto a ella, muchas más me ganaron el aplauso de los televidentes cubanos desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio. También habría que incluir mis presentaciones en series policíacas filmadas para la televisión, especialmente en Día y noche y Tras la huella.

En mi archivo mnémico guardo con celo el momento en que siendo aún muy joven y todavía sin la categoría de profesional desempeñé un pequeño papel en la coproducción cubano-soviética Soy Cuba. Aunque fue una aparición muy breve, los conocimientos de actuación que ya poseía y que había adquirido de forma autodidacta me sirvieron para un buen desempeño actoral en un filme que meses después alcanzaría fama universal.

También ha sido muy aplaudida mundialmente mi participación en los filmes Lucía, La primera carga al machete, Baraguá y Te llamarás Inocencia, que junto con otros largometrajes en los que intervine dan fe de mi quehacer artístico-profesional en el séptimo arte.

¿Cuáles son los personajes que prefiere interpretar en el cine y la televisión?

Prefiero solamente el personaje que haya sido bien escrito y sólidamente estructurado desde el punto de vista psicológico. Puede ser positivo o negativo. Me gusta aquel personaje con el cual el escritor le ofrece al actor la posibilidad de hacer arte.

¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?

Soy una persona sumamente apasionada y sensible en grado sumo. Me inspira, por ejemplo, una puesta de sol, la caída de la lluvia, la naturaleza, pero siempre en la búsqueda de sus colores, sus contrastes. Espero que los lectores conozcan algo del ser humano que, en la vida real, es Aramís Delgado, y no solo los personajes que interpreta en el teatro, la televisión y el cine.

Vídeo: Unos minutos en la vida de Aramís Delgado, por el realizador Carlos Collazo

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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