El Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, que dirige la primera bailarina Viengsay Valdés, llevó al legendario «Teatro Martí» una gala especial, dedicada a la multilaureada primera bailarina y maestra Aurora Bosch, una de las Cuatro Joyas del ballet cubano y universal.
La también Premio Nacional de Danza llega —felizmente— a las ocho décadas de vida, y más de sesenta años consagrados en cuerpo, mente y alma, al ballet clásico, así como a la enseñanza de esa disciplina artística, basada en sólidos principios pedagógicos, ético-estéticos y teórico-prácticos sustentados por la Escuela Cubana de Ballet, fundada en 1948 por los maestros Alicia (1920-2019), Fernando (1914-2013) y Alberto Alonso (1917-2007).
El programa artístico con que la emblemática compañía honrara a Aurora Bosch incluye obras en las cuales se destacara durante su fecundo desempeño artístico-profesional en las tablas de teatros nacionales y foráneos, a donde llevara lo mejor de la danza clásica universal.
En ese contexto danzario-dramatúrgico por excelencia, el BNC presentó selecciones y fragmentos de obras que integran el repertorio clásico de la prestigiosa agrupación: Giselle, Grand pas de quatre y El lago de los cisnes, con coreografía de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, fueron magistralmente interpretadas por primeras figuras, solistas e integrantes del cuerpo de baile, quienes hicieron gala de su excelencia artístico-profesional para agasajar a tan eminente artista, a quien me unen vínculos afectivos, ya que Aurora tuvo la proverbial gentileza de fotografiarse con este cronista para ilustrar el libro La danza vista por un crítico teatral. Arte danzario y periodismo cultural, publicado por la capitalina Ediciones Vivarium, e incluido en la Biblioteca Virtual del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO).
En el proscenio del «Coliseo de las 100 Puertas», los talentosos bailarines convirtieron los movimientos corporales en que se estructura el arte danzario en general, y el ballet clásico en particular, en sentimientos, emociones u otros estados subjetivos del yo, el auténtico, el verdadero, mientras que —por otra parte— fueron capaces de mantener el equilibrio entre la técnica académica y la interpretación teatral, una de las valiosas enseñanzas legadas a los danzantes insulares y de todo el orbe por la eximia ballerina; indicadores que «intelectualizaron y espiritualizaron», como les demandaba el maestro Fernando Alonso, en el aula, en la barra, en los ensayos, en las tablas, y además, les aportaron la dosis exacta de cubanía, elegancia, distinción y seguridad yoica, que identificaran a Aurora Bosch en cualquier coliseo local o extranjero.
La profesora emérita de la Universidad de las Artes (ISA), y Doctora Honoris Causa por ese centro de educación superior, al igual que el crítico Norge Cedeño, percibe la danza clásica no solo como una manifestación artística de primera línea, sino también como «un universo de emociones [sentimientos] y sensaciones, como si tuviera muchas pieles, vidas y mutara a su antojo […]. ¡Algo fascinante [cautivante]!».
Los miembros del BNC, con su impecable interpretación de algunas de las principales obras en que descollara la ilustre homenajeada, llenaron de danza, música, poesía, luz y color el decimonónico escenario del recién remozado «Teatro Martí», para celebrar con inmensa alegría el cumpleaños 80 de nuestra querida Aurora Bosch.
Fotos: Prensa Latina y Cubadebate
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