«La música y la danza hermanan a los pueblos». No creo sinceramente que, en la lengua española, haya una frase tan elocuente como la del Prof. Dr. Alkis Raftis, presidente del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO), que refleje —con meridiana claridad— el verdadero carácter del espectáculo músico-danzario Berlín-Habana: sueño de luz, dirigido por las maestras Lizt Alfonso, Susanne Rinnert y Diana Fernández, y que tuvo lugar en el Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana, donde participaron artistas alemanes y cubanos para llevarle al público capitalino lo más auténtico de la música y la danza germano-caribeñas.
El elenco lo integraron la vocalista Blanche Eliz, el maestro Jörn Brumme, director de la agrupación musical Rumpelstil, y miembros de la Escuela de Danza Tanzzweit, por la capital de la hermana nación europea, mientras que la «Ciudad Maravilla» estuvo dignamente representada por el Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, el Ballet Infanto-Juvenil, y los participantes en los Talleres Vocacionales, entre otros destacados artistas locales, muy bien acompañados por los miembros de la agrupación musical perteneciente a la emblemática compañía cubana.
Los artistas, músicos y bailarines berlineses les aportaron la «dosis exacta» de profesionalidad, brío y color a las obras que interpretaran en ese contexto músico-danzario, y que constituyen legítima expresión de los valores estético-artísticos, humanos y espirituales que configuran la esencia íntima de la cultura germana, donde alternan —armónicamente— lo tradicional y lo contemporáneo; combinación signada por la inteligencia, belleza y creatividad, componentes que le confieren una característica sui generis a la personalidad básica (concepto antropogénico) de la población alemana.
Dicha puesta en escenadevino un fraternal encuentro «mano a mano» con las diferentes generaciones que conforman el Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, una de las mejores compañías de su tipo en todo el orbe, que cultiva —desde hace más de un cuarto de siglo— el estilo fusión, caracterizado — fundamentalmente— porla utilización de una depurada técnica académica fundida en cálido abrazo con la interpretación teatral, por la intelectualización y espiritualización de esos indicadores corporales y expresivos, por la sensualidad, gestualidad y acendrada cubanía que identifican en el proscenio a los artistas insulares, así como por la entrega en cuerpo, mente y alma de los bailarines a los géneros hispanos y «criollos» en que se sustenta la principal «carta de presentación» del popular conjunto danzario, y que hacen vibrar de emoción, así como mover el cuerpo y acariciar el alma de los fieles admiradores del estilo fusión en los países donde se ha presentado —con éxito de público y de crítica— el Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, que —al decir de la periodista estadounidense Hedy Weiss— es «una mezcla sensual de fuego y [pasión]».
El auditorio y los colegas de la prensa que cubrieron tan singular espectáculo pudieron apreciar la indiscutible excelencia artístico-profesional que distingue, tanto a los ilustres visitantes berlineses, como a los artistas nacionales que intervinieron en ese evento amistoso y solidario por excelencia.
El espectáculo Berlín-Habana: sueño de luz, donde comparten escenario artistas alemanes y cubanos, tiene como objetivo priorizado solidificar los vínculos, no solo profesionales, sino también afectivo-espirituales, entre las culturas y los pueblos de Alemania y Cuba, para cumplir —al pie de la letra— la puntual cita del presidente de CID-UNESCO que ilustra esta crónica. ¡Que así sea!
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