Calendario 3: joya del audiovisual cubano contemporáneo

La tercera y última temporada de la teleserie Calendario, con guion del escritor Amílcar Salatti, y dirección de la experimentada realizadora Magda González Grau, acaba de finalizar. Dicho audiovisual acaparó la atención e interés no solo de niños y adolescentes, sino también de todos los integrantes de la familia cubana.

¿Por qué? habría que preguntarse. Porque desde una óptica objetivo-subjetiva y una proyección estético-artística por excelencia, incluyó en la trama los problemas fundamentales que, hoy por hoy, afectan a los adolescentes y jóvenes que viven, aman, estudian y sueñan en la mayor isla de las Antillas; situaciones conflictuales que van desde el uso de sustancias psicoactivas ilegales hasta la prostitución masculina, el lesbianismo femenino, la discapacidad físico-motora, la religión, el bulling o acoso escolar, la emigración juvenil hacia el exterior, la pederastia, entre otras no menos acuciantes.

Los veteranos artistas, entre los cuales habría que destacar el magnífico desempeño artístico-profesional de la carismática actriz Clara García, la «profe Amalia», columna vertebral de dicha teleserie, así como el de la laureada Natasha Díaz, Premio Nacional de Televisión, Mayra Mazorra, Jacquelin Arenal, Yaremis Pérez, Patricio Wood, Ray Cruz, Roberto Perdomo, entre otros actores y actrices de primera línea que integraron el elenco artístico de ese audiovisual, demostraron su indiscutible calidad técnico-interpretativa en cualesquiera de los medios de comunicación (cine, televisión y teatro, principalmente), donde han brillado con luz propia.

Sin embargo, no es posible soslayar las actuaciones estelares de Natasha Díaz, quien con el talento que la caracteriza le prestó piel y alma a la abuela de una de las discípulas de la «profe Amalia»; personaje que planificó y decidió cuándo y cómo dejar el plano terrenal, así como la actitud que asumió frente a Tanatos (la muerte en el vocabulario psicoanalítico ortodoxo). Fue una escena muy original, y hasta donde este cronista conoce, no ha sido vista en ninguna otra teleserie o telenovela cubana o foránea; y de Mayra Mazorra, quien prefirió renunciar al cargo de directora del preuniversitario donde ejercieran la «profe Amalia», así como otros docentes de ese nivel educacional, antes de ver eclipsada su impecable trayectoria profesional en el campo de la pedagogía insular por la acusación de «fraude» (personalmente, no estoy de acuerdo con ese tipo de acusación), que se le imputara por los funcionarios del Ministerio de Educación (MINED), ya que solo fue un «favor» que le hiciera a un colega y amigo, y que le costara muy caro. Con qué dignidad y sentido del amor propio abandonó el pre-universitario, que fuera su segundo hogar. No me asiste la más mínima duda de que solo una primerísima actriz como ella podía hacerlo con la entereza que la distingue.

¿Y los bisoños actores y actrices que integraron el alumnado del grado duodécimo 3? Esos encantadores jóvenes estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos en la tercera y última temporada de la teleserie Calendario, ya que -de acuerdo con los principales indicadores de la psicología infanto- juvenil- fueron madurando y creciendo intelectual, humana y espiritualmente hasta alcanzar la adultez con las implicaciones de todo tipo que ese tránsito conlleva, y para ejemplificarlo tenemos el caso de «Vladimir» ante la intervención quirúrgica invasiva de que fuera objeto su compañera y maestra en el «arte de amar»: Jacquelin Arenal. Le costó trabajo aceptar la realidad, pero la enfrentó como lo que era: un adulto maduro y responsable.

En ese grupo, no se puede dejar de señalar la indiscutible profesionalidad del polifacético actor Emmanuel Castillo («Abdel»), quien encarnó de una forma magistral al chico con discapacidad físico-motora, al extremo de que algunos telespectadores pensaron que, en efecto, Emmanuel padecía las secuelas de una afección cerebral. Es de destacar la limpieza gestual, la naturalidad y espontaneidad con que ese muchacho actuó. Tanto fue así, que no solo conquistó el cariño y el respeto del público receptor, sino también les envió un mensaje por vía subliminal (la que utiliza el nivel subconsciente) a los jóvenes que padecen cualquier secuela de afecciones neurales o de otra índole, comprometedoras de su esquema corporal; así como el de las alumnas que desempeñaron el papel de «lesbianas», las cuales eliminaron el cliché o manierismo dramatúrgico de que los hombres gays tienen que ser, necesariamente, «afeminados», y las mujeres lesbianas «hombrunas». Ellas asumieron esa responsabilidad actoral con indudable profesionalidad y respeto, sin renunciar –nada más lejos de la realidad- a la femineidad que le otorga su sexo biogénico.

Como observación crítica colateral, en mi opinión el personaje del «acosador» de la ex reclusa, amiga de la progenitora de «Orestes» (Ernesto Codner), está de más en ese contexto dramatúrgico, ya que no le aporta nada a la trama, la cual gira alrededor de los discípulos del pre-universitario y sus familias.

En síntesis, la primera parte de la teleserie Calendario satisfizo con creces mis necesidades cognoscitivo-espirituales; la segunda, dejó en mi mundo interior muchas interrogantes, que no han recibido respuestas; y la tercera, me acarició -«con «la suavidad de la seda y el sabor de la miel», al poético decir martiano- la mente y el alma, sobre todo por las excelentes actuaciones de Clara García, Natasha Díaz, Mayra Mazorra y Emmanuel Castillo.

La tercera temporada de Calendario concluyó con música, poesía, alegría y la buena vibra que irradian los espíritus juveniles. Estoy seguro de que esa teleserie ya forma parte de los clásicos del audiovisual cubano contemporáneo.   

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Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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