Creo en ti, Cuba. Cuando eres difícil y cuando eres dulce y fácil de traducir. Creo en esa gente que se esfuerza y trabaja, con la idea o con las manos; o con ambas. Creo en quienes piensan en cada uno de los seres de esta Isla ardiente: los que gritan, aman, hieren, curan, duelen o se alegran. Creo en el pensamiento y en la risa gozada y en la calle que el sol alumbra y en las que vacían los huracanes.
Creo en ti, Cuba. Por mirar con paciencia a los que miran con vidrios velados. Por tu empeño en partir el pan con los enfermos y los niños y los abuelos y con todos, incluidos aquellos a los que en otros lares se les niega el pan.
Creo en ti, Cuba. Que escuchas e incluyes, por encima de los indiferentes, egoístas, mínimos, sin sueños y con amos, que ya no tienen, triste, ya no tienen fe ni esperanza.
Ay, gente, poetas, artistas, colores, voces y múltiples maneras… a veces hay que mirar un poco más allá del límite de la estatura propia, y saber decir: hay algo más grande que yo.
Creo en ti, Cuba. Es mi elección.
Texto: Teresa Melo
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