El pintor de los niños gigantes, Maisel López, le gustaría que lo llamen como “el pintor de los colosos de La Habana”.
Todas las ciudades del mar deben tener un coloso a sus puertas, una enigmática figura gigante que custodie la entrada o que sea faro de bienvenida. Quizás Maisel López, tal como Cares de Lindos sea el creador de un Coloso en La Habana, o mejor, de varios colosos en La Habana.
Cuba dista mucho de Rodas, pero encontrar a un artista que le apasione el gran formato sin duda es algo interesante. Dedicado principalmente a la pintura muralista y monumental, a Maisel le gustaría que lo llamen como “el pintor de los colosos de La Habana”, le gusta más que el apodo de “el pintor de los niños” que es el que circula por su natal municipio Playa. Pero sus murales de infantes son los que más reconocimiento le han traído y una vez eso queda impreso en el imaginario popular, es difícil separarse.
El pintor de los niños gigantes, Maisel López, le gustaría que lo llamen como “el pintor de los colosos de La Habana”.
Todas las ciudades del mar deben tener un coloso a sus puertas, una enigmática figura gigante que custodie la entrada o que sea faro de bienvenida. Quizás Maisel López, tal como Cares de Lindos sea el creador de un Coloso en La Habana, o mejor, de varios colosos en La Habana.
Cuba dista mucho de Rodas, pero encontrar a un artista que le apasione el gran formato sin duda es algo interesante. Dedicado principalmente a la pintura muralista y monumental, a Maisel le gustaría que lo llamen como “el pintor de los colosos de La Habana”, le gusta más que el apodo de “el pintor de los niños” que es el que circula por su natal municipio Playa. Pero sus murales de infantes son los que más reconocimiento le han traído y una vez eso queda impreso en el imaginario popular, es difícil separarse.
Con una producción amplia tanto nacional como internacionalmente, Maisel comenzó su camino en el arte siendo bien pequeño, cuando en sus clases en la primaria se pasaba el tiempo dibujando e imaginando. Según él le gustaba representar “las imágenes de los animados”, dibujar lo que le resultaba interesante.
Graduado de la prestigiosa Academia de San Alejandro en 2007, ha tenido “buenos vientos y buena mar” desde entonces. En 2009 la Misión Cultura Corazón Adentro lo llevó a transitar por Venezuela donde hizo sus primeros murales, cosa que para él es un orgullo, según nos cuenta, considera al país de Bolívar como su segunda patria.
En su peregrinaje “colosal” llegó también a otras partes del mundo, en 2017 realizó una obra en Portugal y en 2022 se fue hasta la tierra de arena y petróleo, Qatar, para allí también construir su pauta artística, su mensaje.
Desde el 2015 los rostros de niños han sido su leitmotiv, dice que lo infantes representan a la nación, su porvenir, la proyección del lugar donde vivimos, es todo una apología a la frase filosófica: un país se parece a sus hijos. “Son el futuro ingeniero, el futuro científico, el futuro artista y eso es lo que yo estoy pintando hoy, para que ellos se vean en el día de mañana como que fueron pintados y fueron representados en una época en un momento determinado”. El retrato hace el futuro, confirma Maisel.
Su inspiración viene precisamente de esta idea, de la inocencia de transmiten los infantes pero que llevan sobre ellos sin saber todas las expectativas de una nación. Dentro de las obras que los transeúntes pueden ver en las calles, se destaca el sincretismo racial y la “mezcla heterogénea”. Comenta el artista que “Cuba es una mezcla maravillosa de diferentes culturas, de diferentes razas y de alguna manera todo eso está en mis colosos”.
Nos cuenta que para sus obras usa lo que tiene a mano, acrílicos e impermeabilizantes, es bastante ahorrativo además de que le encanta el hecho de adoptarse a la pared que escoge para trabajar, “hay que saber cómo pintar sobre ellas, no es tan sencillo, (…) lo que me apasiona precisamente (es) agigantar la imagen”. Además de que señala que “las paredes (son) más cercanas a mí en términos de producción, es más factible poder trabajar cerca de mi espacio, de mi localidad.”
Entre los principales referentes de Maisel está el pintor fotorrealista y fotógrafo estadounidense Chuc Close, y el muralista Banski una suerte de artista anónimo con una obra significativa en cuanto a su carácter social y el misterio que envuelve su identidad.
Maisel a la hora de clasificar el arte que hace, se considera “un creador que experimenta en diferentes soportes (…) un artista urbano”, pero también un maestro, porque necesita enseñar para estar completo. Lo hace pensando en los artistas del futuro, en otorgarle a niños y adultos una sensibilidad por el arte.
“Yo pienso que cuando se hable de mi creación de alguna manera tiene que hablarse también de mis talleres, de mi labor como profesor.”
El fin de un artista y de su obra no es otro que trascender, dejar un mensaje propio y único para la posteridad, Cares de Lindos lo hizo así con su Coloso de Rodas, el artista quería dotar a su país con algo único, distintivo, que la gente allende a los mares pudiera ver u oír a través de los viajeros, que más allá de la curva de la tierra hay una ciudad con un gigante a sus puertas, uno que les da la bienvenida a todos.
Maisel que ha hecho casi toda su obra en Cuba, y más específicamente en La Habana, es como Cares de Lindos, quiere aportar su visión del mundo, ayudar a construir con arte su país, proporcionarle un espejo a los niños de hoy que en unos años serán la Cuba total, la Cuba del mañana.
“Los colosos son de Cuba” dice el artista. Rodas pudiera ser La Habana.
Fuente: Telesur.
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