¡Cuba vibra! es el título del espectáculo de lujo, que el Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, jerarquizado por la primera bailarina, maître y coreógrafa habanera y cubana ciento por ciento, llevó a las tablas del legendario Teatro Martí, los días 12, 13, y l4 de abril
Dicho espectáculo, que será llevado a España Tour 2024, deviene una concreción coreográfica de una idea original de la directora general de la agrupación.
El Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba cultiva el estilo fusión, que incluye bailes y ritmos contagiosos, elegantes y estilizados: rumba, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, conga, salsa, cha cha cha, bolero, música de origen africano, flamenco y ballet, en una profusión de poesía, color, sincronismo y virtuosismo técnico-interpretativo que caracteriza cada una de las funciones de ¡Cuba vibra!
Bailes y ritmos acompañados en vivo por los integrantes del conjunto musical que forma parte de la compañía, la cual ha llevado lo mejor del arte danzario a los disímiles países del orbe visitados por la agrupación.
La favorable acogida que tuviera esa versión coreográfica del musical Amigas en los escenarios nacionales y foráneos donde se ha presentado con éxito de público y de crítica, constituye —sin duda— una demostración de que el espectáculo consigue hacer vibrar de emoción a un auditorio culto y exigente.
Por otra parte, es una acaricia al intelecto y al espíritu de los fieles seguidores de la agrupación, tanto en el archipiélago cubano, como fuera de nuestras fronteras geográficas.
¡Cuba vibra! propone un recorrido por la música y los bailes populares caribeños, que le han dado la vuelta al mundo y han colocado a la mayor isla de las Antillas en un lugar relevante en el pentagrama sonoro universal.
Desde el danzón, el son, el bolero y la rumba, patrimonios inmateriales de la Humanidad, así como el cha, cha, cha, el mambo, y la conga, por solo citar los más representativos, los cuales configuran el estilo fusión, que consiste en mezclar —con indiscutible perfección estético-artística— todos esos ritmos genuinamente cubanos.
Los bailarines convencen al auditorio que dominan —con elegancia y naturalidad— los principales indicadores teórico-prácticos en que se sustenta el estilo fusión, y además, les aportan a esos cubanísimos ritmos la «dosis exacta» de virtuosismo técnico-interpretativo, gracejo criollo y demás características psicológicas que identifican la personalidad básica de la población mestiza, que vive, ama, crea y sueña en la Isla de la Música y el Baile, y que —según el sabio, don Fernando Ortiz (1881-1969)— es el resultado del ajiaco multi-étnico-cultural que nutre nuestra identidad.
Los espectadores pudieron apreciar —con meridiana claridad— la excelencia artístico-profesional que distingue a los miembros de la agrupación, y que está fundamentada —en lo esencial— en el dominio exacto y preciso, no solo de la técnica académica y la interpretación teatral en que se estructura el arte danzario, sino también en la forma de interiorizar e incorporar, al estilo único e irrepetible que singulariza a los danzantes, los movimientos corporales (incluidos gestualidad y sensualidad), que modulan los ritmos nacionales auténticos, los cuales les exigen a los intérpretes que los lleven en los genes y en el alma, porque simbolizan —¡quién lo duda!— la verdadera cubanía.
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