Dazra Novak: la literatura en mí es una necesidad intelectual y espiritual

Con esas puntuales palabras, la escritora y productora cinematográfica Mairely Ramón Delgado (Dazra Novak, su nombre artístico), laureada con el Premio «Ítalo Calvino» de Novela 2020, dio inicio a este breve encuentro, que tuvo lugar en la sala «Villena» de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), donde se le otorgara tan importante reconocimiento literario a su obra Cherie.

En dicha novela, la autora establece un diálogo con la creación intelectual y espiritual de la artista de la plástica Rocío Delgado; diálogo signado por el amor, la violencia y la incesante búsqueda de la belleza, elementos de aprendizaje creados por la fértil imaginación de mi interlocutora.

Cherie —caracterizada, fundamentalmente, por la atmósfera dramática que la envuelve— profundiza en los impulsos más oscuros del ser humano, que —sin duda alguna— se localizan en el componente instintivo del inconsciente freudiano.

La trayectoria literaria de Dazra Novak ha sido muy fructífera: varios lauros y títulos así lo acreditan. En la actualidad, es directora del Centro de Formación Literaria «Onelio Jorge Cardoso», fundado por el fallecido escritor y periodista Eduardo Heras León, Premio Nacional de Literatura.

¿Qué representa para usted haber sido laureada con el Premio «Ítalo Calvino» de Novela 2020?

Para mí, es todo un honor, un privilegio, haber recibido ese lauro, que no solo me honra a mí como escritora, sino también a las letras cubanas. La obra premiada —en particular— representa un salto en lo que he hecho hasta ahora. Quizá un segundo salto. El primer salto, yo lo percibo como los primeros libros de relatos cortos y la primera novela, Making of. Después, viene un pequeño salto con Niños en la casa vieja, mi segunda novela, que pronto verá la luz de la publicidad.

 

Cherie viene siendo un salto mayor. Es un proyecto mucho más ambicioso, es ya una historia de vida. Me llevó tres años escribirla. Fue dura su escritura. De hecho, después de terminar esa novela han pasado dos años en los que no he escrito. También porque empecé a dirigir el Centro «Onelio».

Por otra parte, me sirvió para desembarazarme de todo aquello que me había introducido en la existencia del personaje para poder narrarla. Me acerqué a la vida de la pintora Rocío García. Fue bastante difícil. Adentrarse en el mundo del arte —en este caso específico, el pictórico— es todo un reto. No es lo mismo la ficción pura que ficcionar a partir de un personaje de la vida real. Fue todo un desafío.

Le reitero, ha sido un salto grande. Ahora, estoy en un período de descanso. Imagino que venga otro proceso creativo, donde vuelva a cuestionarme,  formularme preguntas, tratar de crecer, «como las palmas, como los pinos», al decir del genio martiano, y reinventarme una vez más […].

¿Por qué decidió presentar la novela Cherie al concurso literario «Ítalo Calvino»?

Fue una total coincidencia. Me había forzado en terminarla, porque ya me habían hecho la proposición de dirigir el Centro «Onelio». Sabía que no iba a tener mucho tiempo para dedicárselo a la escritura, a partir del momento en que aceptara tal proposición. Ya llevaba trabajando arduamente durante tres años, y forcé un poquito el cierre. Al concluirla, salió la convocatoria hecha por el «Calvino», y percibí en esa convocatoria una buena oportunidad para que la leyeran y la valoraran.

¿Tiene usted alguna influencia de la novelística de Ítalo Calvino en su producción intelectual y espiritual?

No, no creo que tenga influencia directa de la novelística de Ítalo Calvino, aunque, a partir de lo expuesto en la obra de ese ilustre escritor con respecto a lo experimental, así como a la búsqueda de lo estético-artístico, puede que haya algún punto de coincidencia.

¿Desde qué posición asume la conjugación del verbo escribir?

Yo escribo desde una perspectiva básicamente femenina, ya que el mundo es uno solo y la literatura también. Estamos los escritores y las escritoras, y estamos —sobre todo— las personas que vivimos desde nuestra perspectiva, experiencia de vida, sentimientos, emociones. Ahí es —en esencia— donde radica la diferencia.

¿Qué es para usted la literatura?

La literatura en mí es una necesidad intelectual y espiritual. En breve, esa necesidad me llamará otra vez a la puerta. Escribir me cambia el ánimo, en mí es una cosa vital, es algo que va conmigo, no sé para otras personas […].

¿Cómo ha sobrellevado el tiempo de pandemia, cuyas consecuencias y secuelas han paralizado —en parte— la vida económica, social y cultural de la nación cubana?

Ha sido un período muy duro desde todo punto de vista. A parte del trabajo en el Centro «Onelio», que ha exigido mucho esfuerzo y disciplina por mi parte, me ha coincidido con problemas personales, familiares, de salud. Ha sido un reto en todo sentido. No he escrito mucho en ese período, pero, sospecho que cuando reanude la escritura —ya siento la acuciosa necesidad de escribir— y sé que lo haré de nuevo […]. En síntesis, ha sido demasiado fuerte la experiencia.

¿Algo que desee agregar para que no se le quede nada en el tintero?

Claro que sí. Como creadora, estoy en espera de nuevos desafíos. Ese premio que acabo de recibir es un compromiso de subir un nivel más y de que la próxima obra quede mucho mejor que la anterior. Lo que me interesa es crecerme y superarme a mí misma. Siempre compito conmigo misma, no me interesa competir con nadie más. Por ahí, va mi intención y eso no constituye un «secreto» para nadie.

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Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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