Una treta tan vieja como malvada consiste en disfrazarse de víctimas siendo victimarios. Solo que, en oportunidades, no hay de dónde inventar. Aun así, ocurre hoy en Bolivia, donde el ministro del gobierno golpista, Arturo Murillo, asegura que no hay 24 víctimas mortales en una semana, sino solo nueve y que es la autoproclamada presidenta ¡pobrecita! quien está bajo amenaza y no se puede mover dentro del país.
¿Que esperar con tan buenos maestros que les dan soporte? Mike Pompeo acaba de festejar la salida de los médicos cubanos del país andino, y añadiendo lascivia a su sordidez, asegura que fueronechados, cuando en realidad fueron puestos a resguardo en casa por nuestro estado.

“El Gobierno de Bolivia anunció el viernes la expulsión de cientos de funcionarios cubanos de su país. Fue la decisión correcta”-afirmó el jefe de departamento de estado norteamericano, reduciendo a los galenos o tratando de confundir sobre su real misión.
Difícilmente podrán borrar con sus calumnias la labor humanitaria y de profunda solidaridad que dejan tras de sí esos trabajadores de la salud. Y como no son invisibles quienesestán arruinando aceleradamente una significativa obra de los últimos 14 años, la vida y la historia le pasarán cuentas. Se evidencia en la gran movilización de indígenasy otros sectores de bajos ingresos a los cuales se priva de atenciones sanitarias con altosatributos.
Dieron inicio y se aprestan a acciones de dudosa moralidad. Dentro de un marco de actividades erráticas, los dirigentes de facto ordenaron destinar 5 millones de dólares para suministros del ejército. Estas fuerzas no estaban desabastecidas en modo alguno, aunque también en ese caso mientan, afirmando que apenas tenían unas pocas balas. En las fotos se les ve con armadura antimotines, máscaras antigases modernas, pasamontañas y guantes, buen calzado, aparte de las armas que no han dudado en usar contra sus compatriotas.
Ese es otro ángulo del asunto movido por una mujer ambiciosa y de pocos escrúpulos, o quienes la mueven. Criminalizar las protestas (estas no valen, las emprendidas por la burguesía oligárquica sí) y darle carta blanca a militares y policías para que masacren a gusto, sin miedo a recibir castigo ni ser enjuiciados, abre una compuerta capaz de desatar desenlaces trágicos.
Hay situaciones que se saben cómo comienzan pero no de qué modo concluirán.
Según pasan los días y ocurren marchas y represión para evitarlas, se van conociendo realidades mal ocultas. Que el jefe del ejército William Kaliman, a quien encargaron restarle apoyo a Evo Morales para facilitar la asonada, se plegó por interés personal más que por diferencias con el proceso, deja de ser secreto. Los impostores concluyen siempre revelando su verdadera faz.

Pero he aquí que también comienzan las confrontaciones entre fuerzas iguales pero contrarias en cuanto a cuotas de poder. El cabeza visible de las primeras manifestaciones en Santa Cruz, el acaudalado y manipulador Luis Fernando Camacho, ya trasladó a la presidenta en funciones un ultimátum para fijar fecha de elecciones. ¿Quiere ocupar el primer puesto del país o solo ubicar a quien a él y su clase les convenga?
Se sabrá. Por ahora marca territorio, enseña garra, para que los testaferros se llamen a capitulo y sepan sus límites.
Este individuo no tiene escrúpulos y de la misma manera que se buscó seguidores a través de una manipulación religiosa repugnante, usaría ese resorte y cualquier otro de baja ley, si quienes ocupan cargos en este momento no responden a sus exigencias o aspiraciones.
Las impúdicas maniobras conciernen a personajes como Carlos Mesa, casi desaparecido del mapa político boliviano, aunque contribuyó mucho a la situación actualy no abandona su aspiración de ser presidente. Seguro hay similares apetencias en otros, sea el Camacho en cuestión o los pescadores de ocasión que suelen aparecer durante convulsiones propicias.
Varios actores internacionales afirman estar mediado en busca de una pacificación. Tampoco con la situación en Chile hay avances para soluciones o concordia.Son demasiados silencios y pocas las denuncias como para suponer que se actúa con equidad y decencia internacional. Eso también tiene un precio para quienes se abstienen o se consideran a salvo.
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