Donald Trump quiere mantener el suspenso hasta el final. El super ego que le caracteriza no es capaz de admitir lo evidente, e insiste en prevalecer. Tras el fracaso de las reclamaciones judiciales que hizo sobre un supuesto fraude electoral, anunció que daba luz verde alaAdministración de Servicios Generales, departamentoa cargo, para facilitar al equipo de Joe Biden el traspaso de los asuntos de estado.
Eso implica otorgar derecho a disponer desde oficinas y salarios hasta la entrega oficial de asuntos muy delicados eimportantes. Es lo usual en estos casos. Pero solo un par de días después, Mister Incertidumbre anuncia que el demócrata solo podrá asumir la presidencia si demuestra que los votos obtenidos el 3 de noviembre, no fueron dolosos.
«Biden solo podrá entrar a la Casa Blanca como presidente si puede probar que sus ridículos ‘80.000.000 de votos’ no fueron obtenidos fraudulenta o ilegalmente», tuiteó el mandatario, amenazante, y con ello, otra vez, acusa sin dar pruebas, mientras se las exige a los demás.
Repitiendo que hubo un«fraude electoral masivo»particularmente en Detroit, Atlanta, Filadelfia y Milwaukee, el todavía presidente, de hecho, culpa a los equipos electorales y a las autoridades de Míchigan, Georgia, Pensilvania y Wisconsin, de amparar la supuesta estafa en urnas, pese al recuento de papeletas que refirmaron el resultado en cada uno de esos estados.
Con poca munición tras el arqueo repetido de los votos, Trump ve cómo vence el plazo para más reclamos judiciales pues el ya cercano 8 de diciembre es el términotradicional admitido para solucionar disputas de esta naturaleza. Le queda un recurso: acudir a la Corte Suprema, donde tiene mayoría de jueces en su favor, solo que le faltan argumentos evidenciables y mecanismos adecuados para presentar su disputa en esa instancia.
El magante inmobiliario había asegurado anteriormente y de modo público que si el Colegio Electoral declaraba ganador a Biden, él entregaría el cargo. Desdiciéndose después volvióal replanteo de la falsedad masiva de los comicios, alegando, además, que “muchas cosas ocurrirían” antes de una posible toma de posesión en enero.
Los 538 miembros del Colegio Electoral deben reunirse el 14 de diciembre para dar su dictamen, y si bien no se espera haya antes contingencias notables, al mismo tiempo se temen trastadas de Trump. No hay ejemplos anteriores de una pelotera como la por él emprendida, denotando un ansia de poder y una incapacidad ante la derrota, lastimosas, si no se tratara de quien pretende seguir otros 4 años al frente del país más poderoso del mundo, sobre el cual estuvo actuando de forma tan errática y negativa.
Ente los analistas se maneja la dura travesía que tiene ante si Biden justo debido a ese quehacer destructivo que deterioró los íntimosvínculos entre Estados Unidos y Europa, o del propio Washington con respecto a ese hijo pródigo de control militar que es la OTAN.
Joe Biden es un hombre del sistema, pero pudiera establecer vínculos más saneados y respetuosos. Ha prometidoretomar el acuerdo nuclear con Irán y mantener el Tratado START para el control de misiles con Rusia, desde donde instaron sin resultado a Trump para extenderlo. De igual modo Biden prometió el retorno a casa de las tropas desplegadas en Iraq y Afganistán. Se supone cumpla con su palabra pues Trump también en su momento hizo ofrecimiento similar, pero concluye mandato sin consumarlo.
El que fue vicepresidente bajo el mandato de Barak Obama se propone rehabilitar las alianzas que estropeó quien es capaz de seguir dañándolas para desquitarse del reconocimiento previo dado por tantos jefes de estado a quien él no quiere reconocer como ganador.
Se teme, al mismo tiempo, que emprenda acciones descabelladas. Un ataque a Irán, por ejemplo, o que sea el país persa quien reaccione a los desafíos que le presenta. En Israel los altos mandos del ejército sionista se preparan para esa posibilidad y no lo ocultan. La administración Netanyahu de motu propio o por ser tan favorecida por Trump, bien puede prestarse para provocaciones o atentados como el más reciente asesinato de un destacado científico nuclear.
En ese sentido se rememora la muy reciente visita a Tel Aviv del secretario de estado Mike Pompeo. Este personaje, tan similar a su jefe y cófrade, se prestaría para insanas, gravísimas, acciones de ese tipo.
Provocar una guerra, calificándola de agresión, pudiera convertirse en el medio para permanecer en el cargo. De Trump es posible esperarlo y eso sí calificaría como un recurso fraudulento, mayúsculo y terrible.
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