Conversar con el guionista, actor y director, Enrique Írsula Acebo, constituye un privilegio para cualquier profesional de la prensa que ejerza el periodismo cultural, porque, si bien es un hombre de pocas palabras, su discurso es claro y directo, o como diría José Martí, «[…] radical, porque va a la raíz», y dice mucho con economía de recursos lingüísticos.
Mi interlocutor es licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Oriente, y graduado en Actuación en la Escuela Provincial de Arte, en la provincia de Santiago de Cuba. Se desempeña como director de programas, actor y guionista en Radio Progreso, así como en Radio Arte, y es miembro activo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha desempeñado la función de profesor principal de Actuación y Dirección en escuelas de arte, así como en cursos para la formación de directores radiales. Ha recibido disímiles premios y reconocimientos por su distinguida labor, fundamentalmente en el medio radiofónico.
¿Cuándo y cómo se produjo su llegada a Radio Progreso, la Onda de la Alegría?
A finales de 2014 llego a La Habana y me presento en Radio Progreso. Yo venía de Santiago de Cuba, las emisoras CMKC, Radio Revolución y CMKW Radio Mambí, ya tenía una carrera sólida como actor, escritor y director. Entonces vine para la capital junto a mi esposa la actriz Yumilka Ruiz en busca de nuevas oportunidades. Comienzo primero como actor, desde finales de octubre hasta principios del año siguiente 2015.
Ahí conozco al singular actor y director Héctor Pérez Ramírez (1945-2015), y participo en algunos de sus espacios «haciendo banco» como decimos acá en el medio. Poco a poco me fue dando pequeños papeles, y era lógico no me conocía. De esa manera me fui vinculando poco a poco a la programación dramatizada. Si te confieso, fue un cambio brusco, violento, de contar con el apoyo de algunas personas, otras me dieron la espalda, pero bueno me mantuve firme en mi propósito de continuar en Radio Progreso.
¿Qué representa para usted ser miembro del equipo de realización de la Emisora de la Familia Cubana, una de las más escuchadas, no solo en la mayor isla de las Antillas, sino también en otras latitudes geográfico-culturales?
Es un honor formar parte de esta emisora, por donde han pasado grandes actores y actrices de la escena radial cubana, también periodistas, locutores, realizadores de sonido; en fin, personas que prestigiaron la radio. Y hoy estar en Radio Progreso es un privilegio, porque con todo mi equipo de trabajo estamos haciendo arte para el disfrute de los oyentes nacionales y foráneos.
De las disímiles funciones que desempeña en la Decana de las Emisoras Cubanas, ¿cuál de ellas prefiere y por qué?
No tengo preferencia por ninguna de las especialidades que realizo. A todas les pongo el corazón, a todas me entrego. Cuando escribo una obra y ya estoy llegando al capítulo final no es capaz de imaginar lo que sufro, porque sé que no veré más a los personajes, no viviré sus vidas otra vez, no sufriré ni reiré con ellos. Me ocurre lo mismo cuando dirijo una buena obra, veo, disfruto cada personaje, cada etapa de la obra, la hago mía. Y cuando actúo que, por cierto, ya lo hago poco por no decir nunca, me ocurre lo mismo. Cuando te apoderas de la obra, hagas la especialidad que hagas, eso es vivir la magia de otras vidas.
De los diferentes medios en los que usted ha incursionado como guionista, director y actor, ¿cuál de ellos es su predilecto y por qué?
Prefiero la radio, porque la radio es arte, magia, sueño, cultura, educación, crecimiento artístico y personal. Escojo la radio porque soy capaz con mi obra, gracias a la palabra, el silencio, los efectos, la música, construir imágenes artísticas, sonoras, en la mente de los oyentes. Los hago reír, llorar, sin un vestuario, ni escenografía.
De las muchas anécdotas que configuran su leyenda profesional y personal en los campos de la actuación, la dirección y la literatura, ¿podría relatar alguna de ellas que le haya dejado una huella indeleble en la memoria poética?
Para mí, ha sido un privilegio compartir la escena radial con muchas personas valiosas tanto en mi ciudad natal, Santiago de Cuba, como aquí, en la capital. No voy a mencionar nombres no sea que olvide a alguien y lastime, ellos y ellas saben muy bien quienes son. Nunca olvidaré mi primer personaje en la radio, se llamaba Silvio, un campesino. Lo llaman y dice el texto: entra, empuja la talanquera.
¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?
Cuidar la radio, que los más jóvenes la amen, la protejan, porque en sus manos está el futuro de nuestro medio de comunicación. Nada más por ahora, además de darle las más expresivas gracias por permitirme expresar lo que siento por mi profesión, la cual percibo como fuente nutricia de ética, humanismo y espiritualidad.
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