El Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, dedicó la función de Cascanueces del Primero de Enero del 2020, al Triunfo de la Revolución.
Cascanueces, con coreografía de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019) sobre la original del maestro Lev Ivanov, música del maestro Piotr Ilich Chaikovski, libreto inspirado en el original del maestro Marius Petipa, basado en la versión libre del escritor Alexandre Dumas del relato corto El cascanueces y el rey de los ratones, del narrador E. T. A. Hoffman, y diseños del artista Guido Fiorato, fue la joya del ballet clásico seleccionada para tan solemne celebración.
La primera bailarina Viengsay Valdés, directora de la emblemática compañía, tan cubana como universal, invitó al primer bailarín argentino Julio Bocca a impartir clases y tomar ensayos para esa presentación de Cascanueces.
Los papeles protagónicos estuvieron a cargo de Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, Ginett Moncho, Dani Hernández, Rafael Quenedit y Yankiel Vázquez, secundados por solistas e integrantes del cuerpo de baile.
El estreno de Cascanueces tuvo lugar el 18 de diciembre de 1892, en el Teatro Mariinski, con diseños de M.I. Botcharov, K. M. Ivanov e I. Vsevolovski, y con la dirección orquestal del maestro Riccardo Drigo.
Los papeles principales fueron interpretados por Antonietta Dell’Era, Pavel Gerdt, Olga Preobrajenska y Nikolai Legat. La presente versión coreográfica realizada por la eximia ballerina se estrenó durante la edición 16 del Festival Internacional de Ballet de La Habana, el 5 de noviembre de 1998.
Para elaborar esa puesta en escena, quien fuera miembro de honor del Consejo Internacional de la Danza partió de los elementos coreográficos que se conservan de la original, y sobre todo, del peculiar estilo concebido para ese ballet por el coreógrafo y bailarín ruso, Lev Ivanov.
Alicia Alonso fue intérprete de Cascanueces en el American Ballet Theatre y los Ballets Rusos de Montecarlo, a donde fue llevado originalmente por los grandes maestros de la antigua escuela rusa, Nikolai Sergueiev y Alexandra Fedórova.
Las figuras insignia del BNC que interpretaron los papeles principales en ese contexto, devenido pretexto coreográfico para incursionar en los más disímiles géneros danzarios, demostraron —con la profesionalidad que los identifica en escenarios nacionales y foráneos— la excelencia e integralidad artística que los singulariza en el campo del ballet clásico.
Ahora bien, están conscientes de que el dominio del arte de las puntas no se circunscribe, en modo alguno, a la maestría técnico-interpretativa, sino que va mucho más allá: a espiritualizar la técnica académica y la expresividad gestual, porque la danza clásica se caracteriza —precisamente— por convertir los movimientos corporales en sentimientos.
Por otra parte, es necesario destacar el hecho de que la danza es una realidad que fluye y refluye, como las olas de un mar apacible o bravío, dentro de lo inmóvil, y se hace movimiento físico, que implica emociones, pensamientos, vivencias, experiencias, contradicciones. Al mismo tiempo, la danza deviene efímera y eterna, porque procede del sentimiento, hacia el cual lleva a los bailarines, y los empuja, con la misma fuerza que —según José Martí— «el huracán arrastra y destruye». Indicadores teórico-conceptuales y metodológicos que esos carismáticos artistas han interiorizado e incorporado a su estilo único e irrepetible de danzar.
Como parte del programa, fueron dados a conocer el Premio Anual que concede el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, así como las menciones registradas en el Libro de Honor del legendario Coliseo de La Habana Vieja.
No me asiste la más mínima duda de que la puesta de Cascanueces acarició —con creces— el intelecto y el espíritu del público y de los colegas de la prensa especializada que cubrieron esa función de lujo.
Like (0)