Los días olímpicos de Tokio 2020 ya forman parte de una historia reciente antecedida por páginas de incertidumbres tras las sombras de una pandemia universal que exigió la reprogramación del evento más allá de la fecha concebida y con ello la variación de planes de entrenamiento de los atletas y la elevación de los niveles de rigurosidad en escenarios en ocasiones irregulares.
De ese esfuerzo conocen bien los atletas cubanos protagonistas de las hazañas deportivas vividas con intensidad en la tierra del sol naciente durante noches, días y madrugadas, reconocidas también por un pueblo que vibró ante cada competencia y al ver hondear la bandera tricolor o cuando se escucharon las notas del himno nacional.
Es el sudor de los días precedentes coronados con las medallas y los reconocimientos que ubicaron a esta pequeña isla en el puesto número 14 con una delegación de tan solo 69 atletas; y con una eficiencia de cerca del 86 por ciento en cuanto a la cifra de atletas que optaron por la medalla de oro y la obtuvieron.
En estos momentos de gloria vale el homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro quien supo vaticinar que la Revolución convertiría al deporte en un derecho del pueblo y con él un movimiento masivo, capaz de generar muchos campeones.
Para el Fidel que siempre estuvo ahí, junto a los atletas son también estos éxitos y la remembranza de sus palabras pronunciadas durante el recibimiento de los atletas que participaron en los XXV Juegos Olímpicos de Barcelona.
“Me impresiona mucho la dignidad de nuestros atletas, me impresiona extraordinariamente la honradez de nuestros atletas…”
Rindo tributo… a esa virtud, a esa cualidad, a esa vergüenza de nuestros atletas…”
En el aniversario 95 del natalicio del líder histórico de la Revolución cubana no solo lo reverenciamos por sus dimensiones de héroe, sino por la condición humanista, por su grandeza y el amor comprometido con cada cubano expresado el 3 de septiembre de 1999 en una comparecencia televisiva.
“Un atleta olímpico no es un vulgar instrumento de prestigio internacional, un objeto que se compra y vende en el mercado, una basura que se usa y después se tira a la basura, es ante todo un ser humano que tiene padre, y madre, esposa e hijo, hermanos, amigos, admiradores, orgullo por el reconocimiento que ganó con su esfuerzo y sus sobresalientes méritos…”
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