Desde la Primera Cumbre fundacional en Guadalajara, México, el líder histórico de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz avizoró cuál debía de ser el sentido de esas cumbres cuando expresaba: «…lo esencial de esta reunión y lo que le daría su verdadero sentido histórico, es la decisión de aunar nuestros esfuerzos y nuestras voluntades hacia la integración y la unidad de América Latina, no solo económica, sino también política«.
Y agregaría: «…si en el pasado fue la independencia el hecho cultural y político más trascendente de nuestra historia, hoy en nuestra cultura común radica la esencia de los sentimientos de dignidad e identidad americanas, la fuerza de la unidad, los principios irrenunciables de la independencia y la autodeterminación, las ansias de libertad e igualdad humana y los valores morales y éticos que son raíz y fruto de nuestras tradiciones».
Para Fidel la integración latinoamericana siempre constituyó una necesidad histórica y un objetivo recogido en la Constitución de la República de Cuba, mensaje que reitera en Salvador de Bahía, Brasil, durante la III Cumbre celebrada en 1993.
Un año después, ante la alternativa de Estados Unidos de crear la llamada Cumbre de las Américas con su primera sede en Miami, Fidel convocaría a la defensa de la soberanía nacional desde su discurso en la cita de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
La consideraba, en su relación dialéctica con la soberanía regional, fórmula en la que se concibe la subordinación estratégica de la nación a una comunidad mayor, que la contiene sin negarla, donde ambas son constitutivas y constituidas recíprocamente.
Bajo tales presupuestos, Fidel proclama la disposición de Cuba, ferviente defensora del principio de soberanía nacional, a delegar su interés patrio a una causa hemisférica, subordinando su nacionalidad a una ciudadanía latinoamericana.
A juicio de especialistas, el concepto implicaría una fase superior de integración en la que preceptos como no intervención, seguridad hemisférica y solidaridad latinoamericana, cobraran sentido, así como la implementación de un ente gubernativo supranacional de extendida legitimidad social.
Durante estos primeros años tras el nacimiento de las citas iberoamericanas, Fidel dedicaría significativos esfuerzos a la consolidación de estos encuentros, desarrollando conceptos además como el de la unidad latinoamericana por encima de conflictos y divergencias.
El líder cubano comprendería que la meta de la integración no se alcanzaría en un breve lapso, pues respondía a un proceso gradual que se materializaría dentro de la pluralidad y la diversidad, mediante proyectos y programas concretos.
La validez de las citas iberoamericanas por Fidel se corroboraría también en la VIII Cumbre realizada en Oporto, Portugal, al afirmar que, «nunca en tan breve tiempo se hizo tanto por nuestras aspiraciones de integración, de unión y de desarrollo».
La décima cita Iberoamericana, en Ciudad de Panamá, celebrada los días 17 y 18 de noviembre marcaría un momento histórico significativo. El líder cubano llegó a esta nación istmeña precedido por la admiración y el cariño del pueblo después de 52 años de ausencia.
La enérgica denuncia del presidente cubano sobre la realización denuevos planes para asesinarle preparados por las mafias anticubanas que operaban en Estados Unidos con absoluta impunidad, constituyó una noticia conmovedora. Con las revelaciones del líder cubano se logróponer tras las rejas a uno de los terroristas más peligrosos de la historia: Luis Posada Carriles.
La jornada memorable del 18 de noviembre de 2000 concluyó con un emotivo acto de solidaridad de miles de panameños con Fidel y la Revolución Cubana.
Novena Cumbre de La Habana
El 15 y 16 de noviembre de 1999 La Habana sería la sede de la IX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica con Fidel como anfitrión.
En el encuentro los mandatarios de los países miembros de la Conferencia Iberoamericana analizaron las consecuencias de la globalización en el marco de la situación financiera internacional sobre los países en desarrollo y dieron un fuerte impulso a la cooperación iberoamericana.
La cita de La Habana exigió al gobierno de Estados Unidos poner fin a la aplicación de la Ley Helms-Burton, después de su firma como ley el 12 de marzo de 1996, y que el gobierno del presidente Donald Trump, en los últimos días de su mandato, incrementaría su ilegal aplicación extraterritorial con 243 nuevas medidas y pondría en vigor su capítulo pendiente, todo lo cual mantiene en vigencia el gobierno de Joe Biden.
«Las Cumbres Iberoamericanas han adquirido una importancia enorme», dijo el entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, al inaugurar el evento de La Habana.
Han sido motivo de inspiración, impulso o apoyo a muchas actividades integracionistas; miles de altos funcionarios y especialistas de nuestros países han entrado en contacto y estrechado relaciones; los dirigentes políticos nos conocemos mejor unos a otros y comprendemos con más profundidad los complejos problemas de nuestros respectivos países; no necesitamos permisos ni convocatorias ajenas para reunirnos en familia y sin exclusión de nadie; España y Portugal se han convertido en sólidos e imprescindibles puentes con la Europa que se une y se integra; los lazos con el Caribe se desarrollan y estrechan, afirmó el líder de la Revolución Cubana.
Fuente: Radio Rebelde. Demetrio Villaurrutia Zulueta
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