Froilán González: Enrique Jorrín se sabía querido, admirado y respetado por el pueblo cubano y mexicano

Dialogar con el escritor, periodista, historiador e investigador, Froilán González García, acerca de la honda huella dejada por el maestro Enrique Jorrín Oleaga (1926-1987) en el pentagrama musical de la hermana nación azteca, era una deuda pendiente en mi agenda periodística, que voy a saldar en el aniversario 95 de su natalicio.

En la sala «Villena» de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), le escuché decir a la locutora y periodista Rosalía Arnáez que, en el Distrito Federal (D.F.) de México, funcionan dos peñas: una del Danzón, Patrimonio Cultural de la Nación Cubana, y otra del Cha, Cha, Cha, dedicadas a evocar la memoria del ilustre creador de ese ritmo, genuinamente cubano, que ha recorrido —con éxito de público y de crítica— todo el orbe.

Mi interlocutor es licenciado en Derecho por la Universidad de La Habana y Doctor de la Cátedra de Ética de la Universidad de Ciencias Pedagógicas «Enrique José Varona» y del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, miembro distinguido de la UNEAC, de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Unión de Historiadores de Cuba (UNIHC).

Es autor —junto a su esposa, la escritora e historiadora Adys Cupull— de varios volúmenes, cuyo punto focal o eje central gira alrededor de la vida y la obra revolucionaria de José Martí Pérez (1853-1895), Julio Antonio Mella Macfarlán (1903-1929), y el comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967). Además, prestó servicios como diplomático en México, donde conoció al eminente músico pinareño y cubano ciento por ciento.

¿Cómo se produjo su encuentro con el maestro Enrique Jorrín?    

En 1977, junto al licenciado Ramiro Bouzón, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) de la República de Cuba, tuve la responsabilidad de atender al maestro Enrique Jorrín Oleaga, invitado —junto con su emblemática orquesta— a México, para un homenaje, cumplir contratos comerciales y recibir un Disco de Oro por las ventas de sus números más impactantes: La engañadora, El alardoso y Los marcianos llegaron ya, verdaderos hits, sobre todoen la radio y la televisión aztecas.

Dicha gira duró tres meses y la Orquesta Jorrín actuó en el D.F., en el Gran Salón, en la Embajada de la República de Cuba, y tuvo siete actuaciones en Televisa, con amplia cobertura, que llegaba de costa a costa y a varias ciudades estadounidenses.

¿Por qué se agasajó a Enrique Jorrín en la capital mexicana?

En ese año, se festejaba el primer cuarto de siglo de la irrupción del Cha, Cha, Cha y su rápida divulgación desde México, donde su obra musical estaba estrechamente arraigada desde 1954, fecha en que fundó la orquesta que lleva su nombre […].

¿México era, por consiguiente, una plaza fuerte de la Orquesta Jorrín?

Claro que sí. Jorrín y la orquesta que fundara y dirigiera hasta su fallecimiento, visitaron y actuaron en ese país latinoamericano en más de treinta ocasiones, con presentaciones —además— en Estados Unidos, Venezuela, Canadá y Panamá.

¿Cuándo Enrique Jorrín regresa a Cuba? 

Jorrín permaneció en México hasta 1958, y en 1959, retornó a la mayor isla de las Antillas, apoyó incondicionalmente el proceso revolucionario, y en 1964, realizó con la estelar agrupación charanguera un triunfal periplo por África y Europa, en representación de la cultura cubana.

La Orquesta Jorrín se presentó en Alemania, Rumania, Bulgaria, Checoeslovaquia, Unión Soviética, Guinea, Ghana, Malí, Marruecos, Argelia, Alto Volta y Angola.

¿Cómo describiría al maestro en la relación interpersonal que usted estableciera con esa gloria de la música popular cubana y universal?

En nuestras conversaciones se destacaban —sobre todo— su cultura, «amplia y ancha, como la pampa argentina», educación integral, ética, talento, disciplina, sencillez, humildad, y gran amor a Cuba, ya que Enrique Jorrín se sabía querido, admirado y respetado por el pueblo cubano y mexicano […]. A los 12 años de edad (¡vaya prodigio de chico!) compuso e interpretó el danzón Osiris, considerado por la crítica musicográfica como un clásico de la música popular cubana, que siempre formó parte del repertorio de la orquesta Jorrín.

México reconoció en vida al maestro Enrique Jorrín y le otorgó varios reconocimientos. ¿Podría mencionar algunos de ellos?

Por supuesto. En México, se le confirieron disímiles galardones y reconocimientos: el de la Delegación «Benito Juárez» y el denominado Aplauso, por su trabajo «¡Dentro del Arte de México!», basado en el valioso aporte hecho a la música y la cultura mexicanas.  Después de cumplidos los compromisos en el D.F., la Orquesta Jorrín fue contratada en otros lugares: un cabaret, un restaurante y un salón de baile considerado el más importante de la ciudad de Mérida […].

¿Podría relatar alguna anécdota protagonizada por Jorrín durante su estadía en la patria del benemérito de las Américas? 

Después de las presentaciones en Mérida, la Orquesta Jorrín siguió triunfando en otras ciudades, ya que las actuaciones de la popular agrupación fueron acogidas con cariño y entusiasmo por parte del pueblo, y ante el extraordinario éxito obtenido, el empresario azteca que la contrató deseaba organizar varios conciertos en las ciudades de la frontera mexicana con Estados Unidos; en consecuencia, dicho empresario realizó los trámites correspondientes.

Jorrín estaba convencido que las visas serían otorgadas, ya que su progenitor, sastre y clarinetista de orquestas populares vueltabajeras, cayó en combate durante la Segunda Conflagración Bélica Mundial como soldado del ejército norteamericano.

En la Embajada de Estados Unidos en México le exigieron a Enrique Jorrín formular declaraciones contra la Revolución Cubana, el Cdte. Fidel Castro Ruz (1926-2016) y el gobierno cubano. Visiblemente ofendido, abandonó la oficina donde realizaba los trámites, y al referirse a ese (des)encuentro comentó que, «desde niño aprendió a no dejarse chantajear, discriminar, venderse o perder la dignidad como ser humano».

¿Desearía  añadir algo para que no se le quede nada en el tintero?

Por supuesto. Cuando acaeció el lamentable deceso del maestro Enrique Jorrín Oleaga, el pueblo de la ínsula caribeña despidió a uno de los músicos y compositores paradigmáticos de la historia musical cubana, mexicana y universal. 

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

4 × 4 =