Galas de primavera del Ballet Lizt Alfonso en el Teatro Nacional de Cuba

«Las cualidades de los buenos maestros quedan registradas en el espíritu de los discípulos». No creo, honestamente, que haya un proverbio oriental que ilustre —con mayor precisión y exactitud— las valiosas enseñanzas impartidas por los profesores y figuras insignes del Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba a los bailarines del Ballet Infanto-Juvenil que llevaron el espectáculo Galas de primavera a la sala «Avellaneda» del Teatro Nacional de Cuba (TNC).

Esa propuesta estético-artística forma parte de la labor educativa y social que despliega con amor y dedicación la emblemática compañía, dirigida por la primera bailarina, maître y coreógrafa, Lizt Alfonso, desde hace más de tres décadas. Como ya es habitual, se destaca el talento más joven con que cuenta —para el futuro próximo— una de las mejores agrupaciones de su tipo en todo el orbe danzario.

El programa artístico incluye una variada selección de coreografías que han sido concebidas especialmente para la ocasión por los bailarines-profesores del Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, y que fueron llevadas al proscenio por estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 6 y 16 años de edad. Los miembros del Ballet Infanto-Juvenil y la Carrera Profesional interpretaron coreografías muy populares dentro de su repertorio como Mambo Mambuso y Sambeando, de la coreógrafa Diana Fernández y Alma Guajira, de Daira Jay, entre otras.

Como novedad, esa edición de las Galas de Primavera contó con invitados especiales: la agrupación de danzas urbanas No One, ganadora de uno de los premios del concurso DanceCoreo International 2021, y el conjunto musical del Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, que jerarquiza la maestra Carmen Souto, y que acompañara a la popular cantante Geydi Chapman en la interpretación de un popurrí de canciones dedicadas a los «pequeños príncipes».  

En dicho espectáculo, participaron —además— integrantes de los Talleres Vocacionales, así como estudiantes del nivel profesional de la Escuela, adscrita a la compañía, y cuyas actuaciones estuvieron signadas —básicamente— por la gracia, la elegancia, la espontaneidad y la frescura que caracterizan a la niñez y adolescencia; ciclos vitales privilegiados en la existencia terrenal del ser humano.

Por otra parte, los miembros del Ballet Infanto-Juvenil, así como los estudiantes de los Talleres Vocacionales y del nivel profesional de la Escuela, demostraron en el proscenio del coliseo capitalino que no solo han aprendido la técnica académica, la interpretación teatral y las particularidades del «estilo fusión», que cultiva la compañía desde hace más de un cuarto de siglo, sino también que han descubierto en el comportamiento diario de los maestros, en la barra, en las clases, en los ensayos, en el escenario, así como fuera de esos contextos académicos y artísticos, los valores éticos, ideo-estéticos, culturales, humanos y espirituales en que se estructura la personalidad de un bailarín, cuyas características esenciales son la integralidad y la integridad artísticas.

¿Por qué? Sencillamente porque esos bisoños bailarines han encontrado a los maestros que les han enseñado que bailar no es tanto dominar la técnica académica y la proyección escénica, como aportar algo de la historia personal de cada danzante, de la cosecha espiritual de cada uno, para convencer al auditorio de que al ejercicio de la danza hay que entregarse a él en cuerpo, mente y alma.

A los asistentes a esas galas primaverales del Ballet Lizt Alfonso Dance Cuba, así como a los colegas de la prensa especializada que cubrieron esas funciones, no les queda la más mínima duda de que los infantes y jóvenes que participaron en ellas hicieron realidad el aforismo martiano: «los niños saben más de que lo parece», mientras que sus maestros interiorizaron e incorporaron a su estilo de afrontamiento la antológica frase del Apóstol: «un niño me inspira dos sentimientos: uno de ternura, por lo que es, y otro de respeto por lo que pueda llegar a ser».   

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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