«Las cualidades de los buenos maestros quedan registradas en el espíritu de los discípulos». No creo, honestamente, que haya un proverbio que ilustre —con mayor precisión y exactitud— las valiosas enseñanzas impartidas por los maestros y figuras insignes del Ballet Lizt Alfonso a los integrantes del Ballet Infanto-Juvenil, que llevaron a las tablas de la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba el espectáculo Galas de Primavera.
En dicho espectáculo, participaron —además— miembros de los Talleres Vocacionales, así como estudiantes del nivel profesional de la Escuela, adscrita a la emblemática compañía, y cuyas actuaciones estuvieron signadas —básicamente— por la gracia, la elegancia, la espontaneidad y la frescura que caracteriza a la niñez y adolescencia; ciclos vitales privilegiados en la existencia terrenal del ser humano.
El programa artístico incluyó estrenos, así como obras antológicas del repertorio de la agrupación, interpretadas por los «pinos nuevos» que integran la cantera de futuros bailarines del Ballet Lizt Alfonso.
Entre los invitados de lujo se encuentran la maestra Charlene Campbell CareyG, presidenta del Festival Ballet Beyond Borders y directora artística del Rocky Mountain Ballet Theatre, la maestra Karen Carreño, directora ejecutiva de dicho evento, y las bailarinas Piper Leistiko y Naomi Bryne, quienes acompañaran en las funciones a los bisoños danzantes.
Los distinguidos invitados completan un programa de intercambio cultural que incluye una clase magistral de la directora artística del Rocky Mountain Ballet Theatre a los bailarines de la agrupación insular.
Las artistas que vienen con la Presidenta del Ballet Beyond Borders fueron merecedoras de becas otorgadas por la primera bailarina, coreógrafa y maître Lizt Alfonso, en la edición de ese evento en enero de 2020, en Missoula, Estados Unidos.
Ballet Beyond Borders es un evento inclusivo que propicia el intercambio cultural en torno a los diferentes estilos de la danza y la manera de fomentar el intercambio desde las artes entre compañías, programas, organizaciones, países y lo extiende más allá de las limitaciones geográficas y humanas.
Por otra parte, los integrantes del Ballet Infanto-Juvenil, así como los estudiantes de los Talleres Vocacionales y del nivel profesional de la Escuela, demostraron, en el proscenio del coliseo capitalino, que no solo han aprendido la técnica académica, la interpretación teatral y las particularidades del estilo fusión, que cultiva el Ballet Lizt Alfonso desde hace más de dos décadas, sino también que han descubierto en el comportamiento diario de los maestros, en la barra, en las clases, en los ensayos, en el escenario, así como fuera de esos contextos académicos y artísticos, los valores éticos, ideo-estéticos, culturales, humanos y espirituales en que se estructura la personalidad de un bailarín, cuyas características esenciales son la integralidad y la integridad artísticas.
¿Por qué? Sencillamente porque esos noveles bailarines han encontrado a los maestros que les han enseñado que bailar no es tanto dominar la técnica académica y la proyección escénica, como aportar algo de la historia personal de cada danzante, de la cosecha espiritual de cada uno, para convencer al auditorio de que al ejercicio de la danza hay que entregarse en cuerpo, mente y alma.
A los asistentes a esas galas primaverales del Ballet Lizt Alfonso, así como a los colegas de la prensa especializada que cubrieron esas funciones, no les queda la más mínima duda de que los infantes y jóvenes que participaron en ellas hicieron realidad el aforismo martiano: «los niños saben más de que lo parece», mientras que sus maestros interiorizaron e incorporaron a su estilo de afrontamiento la antológica frase del Apóstol: «un niño me inspira dos sentimientos: uno de ternura, por lo que es, y otro de respeto por lo que pueda llegar a ser».
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