Dialogar con la primera bailarina Ginett Moncho, integrante del elenco artístico del Ballet Nacional de Cuba (BNC), deviene un verdadero privilegio para cualquier profesional de la prensa, porque, además de ser una de las mejores figuras jóvenes de la emblemática compañía, es una mujer tierna y delicada (como la Odette, a quien le ha prestado pie y alma, en El Lago de los Cisnes), de hablar fluido, cuya conversación acaricia —con la suavidad de la seda— el intelecto y el espíritu de este entrevistador.
Ginett es graduada de la Escuela Nacional de Ballet y desde hace algún tiempo integra la gran familia del BNC; agrupación con que la ha bailado, tanto en los teatros más importantes de la mayor isla de las Antillas, como en los coliseos de todo el orbe, a donde la troupe, que hoy jerarquiza la primera bailarina Viengsay Valdés, ha llevado lo más genuino y representativo del ballet insular.
Durante su fecunda trayectoria artístico-profesional, ha recibido premios y reconocimientos por el virtuosismo técnico-interpretativo que la caracteriza en cualquier escenario nacional o foráneo, así como por haber asimilado —con conocimiento de causa— que los movimientos corporales ejecutados con excelencia artístico-profesional por el bailarín en el proscenio, debe intelectualizarlos y espiritualizarlos, al decir del maestro Fernando Alonso (1914-2013), uno de los fundadores de la Escuela Cubana de Ballet, cuya fama trasciende nuestras fronteras geográficas.
¿Cuál fue la motivación fundamental que inclino su vocación hacia el arte danzario en general, y hacia el ballet clásico en particular?
Pues la verdad es que a mí me atraía mucho la gimnasia artística, e hice las pruebas y aprobé para entrar en la escuela de Deportes de Matanzas, pero, al ir a matricularme, tenía que estar becada y como se comienza muy pequeña, mi mamá no quiso, y días después me llevó entonces para que viera una clase de ballet y desde ese justo momento supe que mi vida estaba ahí, me sigue gustando mucho la gimnasia, pero el ballet es mi mayor realización artística y personal.
¿Podrías evocar algunos recuerdos de su etapa de estudiante de ballet, así como de los lauros que recibiera durante su formación como bailarina profesional?
De mi etapa de estudiante tengo muy gratos recuerdos: mi comienzo en la danza clásica, mis primeras coreografías, las 3 medallas de oro obtenidas en los años 1998, 1999, y 2002, así como la de plata del año 2000 durante los Concursos Internacionales para las Academias de Ballet, los ensayos magistrales con el inolvidable maestro Fernando Alonso y el estreno mundial, de La Bella Durmiente del Bosque, coreografía del maestro Alberto Méndez,Premio Nacional de Danza,con quien también tuve el privilegio de ensayar
En su opinión, ¿qué enseñanzas dejaron en su mundo interior la interacción diaria con los maestros (sobre todo la eximia ballerina), que la guiaron durante el proceso docente-educativo; y en consecuencia, le indicaron el camino que debía seguir para llegar a brillar —como lo ha hecho— en el campo de la danza clásica?
Los maestros son todos una fuente de experiencia, siempre tienen algo nuevo que aportar, pero igual, siempre hay quien marca los momentos, puedo mencionar, en el nivel elemental de la Escuela de Artes «Alfonso Pérez Isaac», de Matanzas, a María Rosa Hernández, Tatiana Leiva, Gelsy González y Yolanda Domínguez, en el nivel medio a Esther García, Marta Iris Fernández y Mirtha Hermida.
Por otra parte, tuve el honor de recibir ensayos de la primera bailarina y Grand Maître Josefina Méndez (1941-2007). En 2002, comienzo a formar parte del elenco del BNC con la dirección técnico-artística de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), con grandes profesores como Josefina Méndez, Loipa Araujo, Aurora Bosh, tres de las joyas del ballet cubano y universal, Svetlana Ballester, Mercedes Vergara, Félix Rodríguez y mi actual ensayadora, la maître Consuelo Domínguez. No puedo dejar de nombrar a los primeros bailarines Anette Delgado, Dani Hernández y Viengsay Valdés, así como a mi gran amiga Ely Regina Hernández, quien ha compartido sus enseñanzas conmigo.
¿Desde que comenzó a estudiar ballet soñó con integrar el elenco artístico de una de las mejores agrupaciones danzarias a escala internacional? ¿Qué emociones experimentó cuando fue seleccionada para integrar las filas de la compañía que dirigió hasta su lamentable deceso Alicia Alonso?
El sueño de todo bailarín, desde que comienza en el nivel elemental de ballet, es llegar a formar parte del elenco del BNC. Las palabras no son suficientes para poder expresar mi inmensa alegría, ya que Alicia era, es, nuestro ídolo, el ejemplo que todos seguimos y seguiremos, en fin, nuestra eximia ballerina. Por lo tanto, deviene un enorme privilegio para mí, tanto en lo profesional como en lo personal, ser integrante de esa agrupación danzaria.
¿Qué representó para usted desempeñar el personaje de la Kitri en el clásico Don Quijote?
Como bien dice, tuve la responsabilidad de interpretar a Kitri, en el gran clásico Don Quijote, fue un sueño hecho realidad. A los 13 años de edad, interpreté, en el yumurino teatro Sauto, mi primer pas de deux, y fue justamente el del tercer acto de Don Quijote, un ballet que me gusta y disfruto muchísimo y lo hice con mucho amor. Tuvimos muy buena crítica por parte de la prensa especializada, y la mejor crítica fueron las grandes ovaciones del público
¿Cuáles son los indicadores que debe cumplir para mantener la categoría artística de primera bailarina del BNC y cuáles son sus planes futuros?
Para mantener esa categoría artística, debo seguir esforzándome y trabajando con ahínco en clases y ensayos.
¿Mis planes futuros?, bailar, bailar siempre, aquí o en el extranjero, pero siempre con la compañía que me vio nacer y crecer como profesional del arte de las puntas.
¿Algo que desee agregar para que no se le quede en el tintero?
Sí, agradecer a todos los que han hecho y hacen posible mi camino por la danza clásica: a mi madre, mis compañeros, profesores, vestuaristas, luminotécnicos, sonidistas, jefes de escena, tramoyistas, a todos los trabajadores del BNC. Al maestro Giovanni Duarte, director de la orquesta del Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso», así como a los músicos que la integran, y trabajadores del Coliseo de La Habana Vieja. A la prensa especializada (en particular a usted por destacar en sus crónicas mi desempeño artístico-profesional), y sobre todo, al público […] para el que bailamos con el cuerpo, la mente y el alma, para nutrir el espíritu humano. A todos, ¡muchas gracias!
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