Motivos fehacientes permiten afirmar que con la proclamación de la independencia de Haití se establece un antes y un después de la historia mundial, pues surge el primer estado independiente conseguido por esclavos y matizado por un proceso que en su esencia tuvo un carácter anticolonialista y antiesclavista.
Desde luego, que un vistazo a la contemporaneidad de la nación más pobre del continente parte de valorar primero, las heroicas páginas y el legado de hombres como Toussaint de Louverture o Jean-Jacques Dessalines que con sus luces y sombras enfrentaron a las Metrópolis de la época para así lograr la primera abolición de la esclavitud en la historia en 1793 y posteriormente sobrevino la proclamación de la independencia, el primero de enero de 1804.
Pero el país caribeño, que sin dudas se ha desarrollado en lo adelante en el entorno de una independencia cautiva de intereses foráneos catapultados por élites nacionales se asienta en la creencia de una salida y que un viraje revolucionario del estado de cosas vigente es posible, pues lo que hoy parece como una aproximación al borde de un despeñadero puede sortearse perfectamente si los Estados Unidos de Norteamérica, con sus dones imperiales y de sometimiento, opta por retirar a todo su personal del país .
Asimismo, deberían romperse todos los eslabones que sustentan cualquier cadena de dependencia y de este modo propiciar que los haitianos arreglen sus asuntos sin la mediación de ese ministerio de colonias que es la Organización de Estados Americanos y otras naciones extranjeras que intervienen en la imposición de candidatos o presidentes.
Como caribeños, Haití nos duele porque por años la interrelación entre sus habitantes y los cubanos formaron sociedades llevados por circunstancias económicas y mas recientemente, en especial en la zona sur oriental de Cuba, cientos de jóvenes haitianos cursan estudios en la Universidad de las Ciencias Medicas instalada allí, en la Ciudad Héroe y las brigadas de colaboradores cubanos de diversos sectores, sobre todo de la salud, también están presentes en tierra haitiana desde hace mas de dos décadas.
Tras el magnicidio del presidente Jovenel Moise y el posterior terremoto de magnitud 7, 2 grados que sacudió el pasado 14 de agosto a la empobrecida nación; las calamidades asomaron nuevamente en el panorama interno de un país convulso y que ya venia padeciendo carencias desde todos los puntos de vistas; en la memoria el terremoto del 12 de enero de 2010 y la epidemia del colera.
Ante tal situación, la Organización de las Naciones Unidas solicitò ayuda para recaudar mas de 187 millones de dolares para brindar apoyo a Haití, pues según los informes, cerca de 650 mil personas necesitan ser asistidas con atención sanitaria de emergencia, refugios y alimentación.
La financiación debía ser inmediata remarcó Bruno Lemarquis coordinador residente de Asuntos Humanitarios de la ONU para atender de manera urgente los desastres ocasionados por el sismo y el huracán Grace.
Entre tanto, al margen de criterios como la de un ciudadano haitiano que consideró que quizás su país está pagando la osadía de independizarse tempranamente, la realidad es una cuestión de asumirse como soberano e independiente en el contexto americano donde debe primar la resistencia a posturas neocoloniales e imperialistas que pugnan por asentarse definitivamente en nuestros pueblos donde existen fuerzas capaces de encaminarse hacia una nueva independencia.
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