En el centenario del natalicio del eminente intelectual Ítalo Calvino (1923-1985), quiero evocar —a través de esta crónica— la memoria del también periodista y escritor cubano-italiano, que vio la luz de la bóveda celeste en el pintoresco pueblo de Santiago de las Vegas, hoy municipio de Boyeros, provincia de La Habana.
Entre sus obras más conocidas y valoradas por el público lector y la crítica especializada, habría que incluir la trilogía Nuestros antepasados (1952–1959), la colección de cuentos de Las cosmicómicas (1965) y las novelas Ciudades invisibles (1972) y Si una noche de invierno un viajero (1979), entre otras no menos relevantes.
El estilo literario de Ítalo Calvino —no obstante estar influido por la forma poética de escribir del vate y escritor italiano Cesare Pavese (19081950)— se caracteriza, fundamentalmente, no solo por ser directo al intelecto y al espíritu del lector y de los críticos, alejado años luz de arabescos lingüísticos o giros idiomáticos que dificultan la cabal comprensión del mensaje ético-humanista que identificara su obra narrativa, sino también por registrar —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— la realidad socio-política que le tocó vivir, sobre todo durante el nazismo alemán y el fascismo italiano, países que con Japón integraban el llamado eje del mal.
Por otra parte, la obra literaria de Calvino —signada por sólidos valores éticos, ideo-estéticos, filosófico-antropogénicos, humanos y espirituales— fue objeto de admiración en Gran Bretaña, Australia y los Estados Unidos, ya que hasta el momento de su lamentable deceso era el escritor contemporáneo más traducido.
Durante su infancia, recibió una educación laica y antifascista, de acuerdo con la formación que recibieran los progenitores, quienes se autoproclamaban librepensadores. Fue a la escuela infantil St. George College. Después, durante la enseñanza elemental, a la Scuola Valdesi, e hizo la secundaria en el regio Ginnasio-Liceo G.D. Cassini. En 1941, se matriculó en la facultad de Agronomía de la Universidad de Turín, donde su padre —ingeniero agrónomo y docente de dicha especialidad— impartía la asignatura Agricultura Tropical.
Al poco tiempo, estalló la Segunda Guerra Mundial e interrumpió sus estudios. En 1943, fue llamado al servicio militar por la República Social Italiana. Desertó y se unió —junto al hermano— a las Brigadas Partisanas Garibaldi, mientras los padres fueron retenidos como rehenes por los nazis.
Una vez acabada la II Conflagración Mundial, se mudó a Turín, donde colaboró con unos cuantos periódicos, matriculó la carrera de Letras, se graduó con una tesis doctoral sobre el novelista polaco Joseph Conrad (1857-1924), y se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI). Fue durante ese período de su vida que entró en contacto con Cesare Pavese (1908-1950), quien influyó para que Calvino fuese contratado por la editorial Einaudi,
El ambiente de la editorial fue fundamental en la formación cultural de Calvino. En 1947, publicó su primera novela: Il sentiero dei nidi di ragno, basada en sus experiencias como partisano, y en 1949, un volumen de cuentos: Último viene il corvo. Las dos obras fueron escritas según los cánones de la estética del neorrealismo italiano, no obstante el hecho de que la primera tiene un tono de fábula. De esa época, y también de tema neorrealista y obrera, con influencias visibles de Pavese, es una novela inconclusa que podría haber sido titulada I Giovanni del Po. Calvino buscaba entonces una escritura objetiva e intentaba definir la condición del hombre de nuestra época socio-histórica.
En 1952, abandonó la literatura realístico-social y picaresca para dedicarse a una especie de narración fantástica, pero que podía ser leída en diferentes niveles interpretativos. Se trata de la trilogía llamada I nostri antenati (Nuestros antepasados), una representación alegórica del hombre contemporáneo. Forman parte de ella tres novelas: El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente. La segunda, la más famosa, es fruto de la decepción ideológica del autor que, tras la Invasión a Hungría por la URSS (1956), había abandonado el PCI y apartado el compromiso político-ideológico con el «socialismo real», prevaleciente en aquel momento en la exUnión Soviética y en los antiguos países del bloque socialista de Europa del Este.
Durante los primeros años sesenta, Calvino publicó dos artículos (Il mare dell’oggetività y La sfida al labirinto) en los que enunciaba una poética ético-cognoscitiva que intentaba definir la situación del hombre contemporáneo en el contexto de un mundo cada vez más complejo y difícil de descifrar. Entraba así en contacto con una corriente naciente de neo-vanguardia, en cuya poética y estética Calvino intuía una profundización en las razones de la tecnología y la industria.
En 1963 publicó La giornata d’uno scrutatore, un texto que, de alguna manera, apareció fuera de lugar y a destiempo. Mientras el llamado Gruppo 63 proponía volúmenes rupturistas, Calvino publicó un libro que era todo lo contrario a los ideales neo-vanguardistas del citado grupo: una novela sociológica, psicológica e ideológica.
Aquel año publicó Marcovaldo, ovvero le stagioni in città una recopilación de fábulas modernas, en las cuales se evidencia el contraste entre naturaleza y progreso.
En 1964, viajó a Cuba, donde visitó la casa donde había vivido con sus padres y realizó diversos encuentros, uno de los cuales fue con el Cdte. Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967). Contrajo nupcias en La Habana y se fue a vivir con su esposa a Roma. La atmósfera cultural italiana había cambiado mucho. La neo-vanguardia había consolidado sus posiciones de prestigio y el estructuralismo y la semiología se habían convertido en las ciencias sociales que todos evocaban. De esos años son Le Cosmicomiche (1965), una recopilación de cuentos de aparente ciencia ficción que, en realidad, se basan en una corriente fantástica y surreal. Y Ti con zero (Tiempo cero), de 1967, que comparte muchas de esas características.
En 1967 se trasladó a París, incrementó su interés por las ciencias naturales y sociales y entró en contacto con el grupo Oulipo. Il castello dei destini incrociati (1969), La taverna dei destini incrociati (1973), Le città invisibili (1972) y Se una notte d’inverno un viaggiatore (1979); obras que pertenecen a su llamada época combinatoria, son una muestra de cómo influyeron en Italo Calvino esos contactos. El método de construcción de dichas obras se basa, en lo fundamental, en la utilización de las diferentes combinaciones de un cierto número de elementos (como las figuras del tarot en Il castello…), que dan origen potencial a disímiles acontecimientos.
En 1980 volvió a Roma junto con su familia. En 1983 publicó Palomar, en el cual la anécdota se reduce al máximo, en favor de las reflexiones metafísicas y las descripciones.
En el momento de su fallecimiento, estaba trabajando en una serie de conferencias que debía impartir en la Universidad de Harvard (y que serían publicadas con el título de Lezioni americane, o en español Seis propuestas para el próximo milenio).
Gloria eterna al ánima noble y buena de Ítalo Calvino, quien ya puede mostrar al cielo, con legítimo orgullo, su obra literaria y periodística acabada.
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