Proeza e intrepidez matizan la trascendencia histórica del mayor general José Maceo Grajales. Si bien el epíteto de León de Oriente se ajustó a su personalidad y al arrojo con que el guerrero emprendió los combates en los campos de batalla, también lo persiguió el despropósito y la intención de tildarlo calumniosamente de cruel e insensible.
Sin embargo, los testimonios, por ejemplo, de Lino D, ou su ayudante de campo en la última guerra hasta la muerte del prócer, el 5 de julio de 1896, en Ti Arriba, Alto Songo, corroboran que las aseveraciones anteriores fueron falsos juicios hacia un hombre merecedor de respeto y devoción.
En realidad, José Maceo tuvo mano férrea y corazón cerrado a todos los dolores, de él dijo Fermín Valdés Domínguez que tuvo un alma buena y amorosa y lo dio todo por Cuba.
Una de las aristas del mayor general está relaciona con su sensibilidad musical; como buen cubano gustaba de las fiestas, los bailes, celebraciones en la manigua y los toques militares, cuestiones características, o mejor, propias del vivir cotidiano en el Ejército Libertador, cuando las circunstancias lo permitían.
Durante toda la guerra independentista las bandas de música fueron varias y subsistieron en medio de las aventuras, penalidades y horrores de la gesta libertaria alentando a los combatientes en el fragor de la lucha brindando algún esparcimiento en los momentos de reposo.
Esa es la razón por la que los investigadores aseguran que no es de extrañar que la afición melómana de José Maceo condujera a la incorporación a su Cuartel General de la única banda de música con la que contó el Ejército Libertador en Oriente y a la cual llama “mi banda”.
El historiador Ismael Sarmiento afirma no encontrar información de otra banda en el Segundo Cuerpo del Ejército no obstante, la cantidad considerable de músicos existentes en el Estado Mayor de Antonio Maceo.
Rafael G. Inciarte Ruíz, capitán mambí y quien fungió como director de dicha banda en su Diario de campaña deja plasmado la disposición que mantiene el general José Maceo respecto a sus músicos al considerarlos insustituibles y exigía ubicarlos fuera de las zonas de peligro.
Narran que el general José al oír la banda se estimula y rechaza los repertorios musicales ya escuchados por las tropas y exige la búsqueda constante de nuevas formas sonoras llegando a manifestar que tocaban mucho la música del enemigo y que estaba cansado de oír pasodobles españoles y tarareó algunos compases que luego se difundieron.
También cada tarde, cuando tocaban la retreta, el general sentado en la hamaca, oía pensativo…parecía meditar hondamente al compás de la música.
El León de Oriente en sus últimos combates contó con el estímulo artístico que le proporcionó su banda y el coraje de sus músicos mambises.
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