El presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recordó este viernes la proclamación hace exactamente un año de la Constitución vigente en la isla y el aniversario 151 de la primera carta magna del país.
10 de abril: un día bello en la historia. Aniversario de la Asamblea de Guáimaro y primer año de la nueva Constitución. La institucionalidad se ha fortalecido. Hoy conocemos mejor la Ley de leyes, otra fuerza en nuestra lucha vs #COVID19 #SomosCuba https://t.co/J4m9QmLkBr
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) April 10, 2020
Hoy, 10 de abril, arribamos al aniversario 151 de la Constitución de Guáimaro, fecha que marca también el inicio del constitucionalismo revolucionario cubano.
En cuanto a sus antecedentes, bien podemos destacar que desde el inicio de la guerra contra España, producto de la dispersión de las fuerzas conspirativas revolucionarias, la dirección de la lucha había quedado dividida entre los que combatían en el oriente cubano y los patriotas del Camagüey. Debido a esto se hacía imprescindible una reunión urgente para unir esfuerzos contra el enemigo común, y solucionar los problemas derivados de la no existencia de mando único y del regionalismo y la falta de unión que imperaba entre los protagonistas de la insurrección, que afectaban al prestigio internacional del movimiento independentista cubano.
La ciudad de Guáimaro, por su posición estratégica entre ambas fuerzas, fue escogida para la asamblea. En la Asamblea, reunida bajo la presidencia de Carlos Manuel de Céspedes, jefe del gobierno provisional de Oriente, el acuerdo principal fue la redacción de la Constitución, que regiría el tiempo que demorara la Guerra de Independencia de Cuba.
Resulta necesario dejar fijado que esa primera Carta Magna de la República en Armas fue exponente de la voluntad del movimiento independentista cubano, y de la organización política que se dieron los libertadores de 1868.
Algunos de sus aspectos relevantes constituyeron la atribución del poder legislativo a la Cámara de Representantes y el establecimiento de las normas para la integración de dicho órgano junto al procedimiento para cubrir las vacantes, así como los requisitos para ser elegido Representante, declarando la incompatibilidad del cargo con el ejercicio de otros de la República. Por mandato constitucional esta Cámara de Representantes se constituiría en sesión permanente hasta que concluyera la guerra.
El Poder Ejecutivo de la República en Armas recayó en la figura del Presiente, quien tenía la facultad de celebrar tratados y designar embajadores, ministros plenipotenciarios y cónsules de Cuba en otros países, así como la de recibir embajadores.
No escapó a su articulado la división político-administrativa del país, que quedó dividido en cuatro Estados: Oriente, Centro, Las Villas y Occidente; con facultades para enviar a la Cámara igual representación.
No menos importante fue el reconocimiento de la condición de hombre libre a todos los habitantes de la República y el deber y el derecho de ser soldados del Ejército Libertador, conjuntamente con otros derechos civiles.
Así recordamos, someramente a esa primera Ley de Leyes que abrió el camino constitucionalista de Cuba y fomentó la tradición de nuestros legisladores revolucionarios.
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