Para celebrar —cum dignitate— el centenario de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), y consecuentemente, evocar su legado intelectual y espiritual a la danza universal, he decidido escribir un texto, cuyo punto focal o eje central gira alrededor del ballet Lidia, estrenado en 1951, y dedicado a una joven, que ella conocía, y que padecía una grave afección psíquica.
En la década de los 80 de la pasada centuria, el artista de la plástica, diseñador gráfico y escénico, Ricardo Reymena, Premio de Diseño Gráfico Eduardo Muñoz Bach (2017), me solicitó la búsqueda de una entidad neuropsíquica que se adaptara a las excepcionales potencialidades histriónicas de la eximia ballerina, quien había decidido reponer el ballet Lidia, luego de más de tres décadas de su estreno mundial.
Después de hacer una revisión exhaustiva entre las grandes entidades neuropsíquicas, y sin perder de vista las magistrales condiciones técnico-interpretativas que identificaran a Alicia Alonso en cualquier escenario nacional o foráneo, elegí la psicosis histérica como la entidad nosográfica idónea para que Alicia le prestara pie y alma al personaje de Lidia, en ese contexto coreográfico-dramatúrgico por excelencia.
¿Por qué la psicosis histérica?Para contestar dicha interrogante es necesario caracterizar —desde la vertiente conceptual— qué es la histeria.
De acuerdo con el Glosario Cubano a la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales, 1 la histeria es expresión de una afección psíquica, en cuya evolución se producen frecuentes cambios y alteraciones emocionales, que suelen ir acompañados de convulsiones, parálisis y sofocaciones.
O —con otras palabras— como un estado de intensa excitación psíquica, provocado por una circunstancia o situación anómala, que condiciona el estallido de reacciones exageradas y hace que la persona proyecte sobre el medio circundante —a través del llanto o los gritos— su afectividad enfermiza, lo cual le otorga a dicho estado psicopatogénico un matiz marcadamente dramático.
De ahí, que la histeria pueda presentar dos manifestaciones clínicas fundamentales: lacrepuscular y de conversión.
En la primera, hay toma parcial o total de la conciencia; un signo que puede confundir a los facultativos, y en consecuencia, hacerles formular un diagnóstico de síndrome epiléptico, mientras que, en la segunda, el cuadro clínico puede sugerirles a los galenos la presencia de trastornos neurales de patogenia (causa) orgánico-cerebral o reacciones secundarias al uso de psicofármacos antipsicóticos.
La histeria presenta tres tipos de funcionamiento psicológico en la persona que la padece. Según la interpretación analítica, es posible definir el tipo psicopático como expresión de un trastorno de personalidad, signado por el conflicto con el otroo no yo, y por extensión, con el medio socio-familiar donde el sujeto desenvuelve sus actividades habituales.
El tipo neurótico, como un dilema intrapsíquico que enfrenta el yo, y que desemboca en una confrontación yo (conciencia)-superyó (código ético-moral que regula la conducta del individuo en sociedad, y que responde a las normativas impuestas por la programación socio-.cultural).
Y el tipo psicótico, como la ruptura total con el medio exterior, que trae como consecuencia la sustitución del principio de la realidad por el principio del placer.
Por otra parte, cabría preguntarse ¿por qué la también miembro de honor del Consejo Internacional de la Danza, quien había hecho una interpretación inimitable del personaje de Giselle en esa joya de la danza universal, no replicó la locura de que fuera víctima la inocente campesina germana por engaño del duque de Silesia?
La única explicación plausible es que, Alicia —fiel enamorada de la ciencia— buscó asesoría especializada, porque, en el caso de Giselle, la psicosis que padece la protagonista de ese ballet romántico es de tipo reactivo a una frustración amoroso-sentimental.
En el caso de Lidia, la dolencia psíquica que padece la muchacha es el resultado de una enfermedad mental de naturaleza endógena o alteración ¿bioquímica?, ¿neurofisiógenica?
La psiquiatría, como especialidad biomédica, que estudia los trastornos mentales, no ha podido dilucidar —hasta ahora— la patogenia de la mayoría de las grandes entidades nosográficas (léase: psicosis)
Con apoyo en esas coordenadas teórico-conceptuales, la genial bailarina, tan cubana como universal, elaboró el diseño coreográfico-dramatúrgico del ballet Lidia.
En el proscenio de la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, que desde 2015 lleva su ilustre nombre, Alicia cautivó a los amantes insulares y extranjeros del arte de las puntas, así como a los colegas de la prensa especializada que cubrieron esa reposición
En dicha puesta, brilló por el equilibrio perfecto que lograra entre la técnica académica, la interpretación teatral y la espiritualización de esos dos elementos esenciales en que se estructura el arte danzario.
Esa interpretación, poco conocida en la fecunda producción intelectual y espiritual de Alicia Alonso en el campo de la danza clásica universal, demostró —con creces— que no solo había inmortalizado a personajes históricos de esa manifestación artística: Giselle y Carmen, sino también a Lidia, una doncella insular que vivía en las sombras como consecuencia de la afección mental que padecía, y que con ese ballet le insuflaría un haz de luz.
¡Gloria eterna al ánima de Alicia Alonso, quien duerme el sueño eterno en un mundo mágico lleno de música, danza, poesía, luz y color, a donde va el espíritu de quienes —al decir martiano— «aman y fundan»!
Notas
- Hospital Psiquiátrico de La Habana. Glosario Cubano a la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales (GC-3). La Habana: Editorial Orbe, 2003.