A la artista Linnet González Li, maître primer nivel del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, el Ministerio de Cultura de la República de Cuba le otorgó la Distinción por la Cultura Nacional, como reconocimiento a su exitosa trayectoria artístico-profesional como primera solista y maître de los bailarines que integran el elenco artístico de la emblemática compañía, tan cubana como universal.
La también miembro de la Asociación de Artes Escénicas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), durante un periplo por las agrupaciones europeas donde se desempeñó como bailarina, asimiló lo mejor de la técnica académica y la interpretación teatral que las identifica en el universo danzario; conocimientos teórico-prácticos que fusionó, en cálido abrazo, con los adquiridos en la Escuela Cubana de Ballet, fundada por los maestros Alicia (1920-2019), Fernando (1914-2013) y Alberto (1917-2007) Alonso, a finales de los años cuarenta de la pasada centuria.
Por motivos de salud, Linnet tuvo que abandonar el escenario y dedicarse a la labor docente-educativa en el seno del BNC, donde ha realizado un encomiable trabajo, que —sin duda alguna— la enaltece y la hace merecedora de todo tipo de reconocimiento nacional o foráneo.
¿Qué representa para usted haber recibido la Distinción por la Cultura Nacional, que confiere el Ministerio de Cultura de la República de Cuba?
Es un gran honor para mi familia en general, y para mí en particular, ya que el Ministerio de Cultura ha tenido la deferencia de reconocer con ese prestigioso galardón mis 22 años de ejercicio como profesional de la Danza.
Desde los puntos de vista humano y espiritual, ¿qué significa para usted haber sido condecorada con tal reconocimiento, que no solo la honra a usted desde la vertiente personal, sino también a la gran familia del BNC?
Desde los puntos de vista humano y espiritual, representa un gran regalo que me han concedido y me honra mucho recibirlo, ahora que soy maître de ballet de primer nivel de nuestra gran compañía de ballet, la más importante de Cuba, y una de las mejores del mundo.
De las disímiles emociones que experimentó cuando se le notificó con carácter oficial que le había sido conferida la Distinción por la Cultura Nacional, ¿podría expresar cuál fue la que más la impactó desde la óptica afectivo-espiritual?
Yo me sentí muy orgullosa cuando mi padre, el coreógrafo y periodista Francisco González López, presidente de la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC, recibió esa misma distinción hace muchos años, al cumplir cuatro décadas de vida artística. Yo nunca pensé que pudiera obtenerla, con los relativamente pocos años que tengo en el ejercicio profesional de la danza.
¿Qué compromisos y responsabilidades implica para usted ser considerada una personalidad de la cultura cubana, al igual que a todo artista o intelectual al que se le concede tan importante lauro?
Mi compromiso desde que comencé como bailarina en el BNC, al graduarme en 1997, fue siempre dar lo mejor de mí. En 2009, por problemas de salud, no pude continuar mi carrera como bailarina. Pero —en ese momento— la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, me pidió personalmente que no abandonara la compañía y continuara en esa gran familia como maître de ballet, dada —según ella— mi experiencia y calidad profesional. Esos años me han posibilitado, no sólo desde el punto personal, sino profesional, la alegría de transmitirles a los bailarines todos los conocimientos adquiridos, tanto como parte del BNC, como los que pude adquirir en los cinco años que estuve en el Royal Ballet de Flandes, en Bélgica.
Al concederme el Ministerio de Cultura esa distinción, mi compromiso será mayor y no puedo decir que es un reto, es algo que con mucha alegría y convencimiento acepto, y demostraré —con creces— que ese lauro no me ha sido otorgado en vano. Ante mi familia, o sea, mis padres, mis hijos y mi esposo, así como ante nuestra gran familia del BNC, mi compromiso está en pie desde el momento mismo en que comencé mi carrera como bailarina profesional, ya que el ballet ha sido mi ilusión desde niña y mi mayor deseo siempre fue pertenecer a la compañía insigne de nuestro país y Patrimonio Cultural de la Nación.
¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?
Sí, en primer lugar, mi estimado amigo, Jesús Dueñas Becerra, agradecerle esta entrevista, que ha tenido que esperar un poco […] por razones ajenas a mi voluntad. Así mismo, le quiero agradecer muy especialmente, porque usted ha sido uno de los cronistas que ha estado siempre al tanto de mi vida profesional y personal, incluso desde que estudiaba ballet y concursaba, tanto en nuestra plataforma insular, como en el extranjero, donde representaba a la Escuela Cubana de Ballet, una de las mejores del orbe, según la califica la crítica especializada internacional. Muchas gracias, Jesús, por tanta deferencia conmigo.
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