Poéticamente Martí llamó árboles que han de poner en filas a los países que han de marchar unidos muy estrechamente unidos como la Plata en las raíces de Los Andes, y también muy poéticamente llamó gigantes de las siete leguas, al enemigo común, el vecino poderoso que ya preparaba su visita para imponer su nuevo sistema de colonización, al que más tarde designaríamos como neocolonialismo.