Sin importar las consecuencias y el número de mártires, la resistencia palestina lanzó desde la Franja de Gaza la operación Diluvio de Al-Aqsa, en respuesta a la permanente violación israelí de la sagrada mezquita, informó Prensa Latina.
El ataque del movimiento Hamas sorprendió a Tel Aviv, los gazatíes bloqueados durante 17 años en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, trascendieron los límites de la Franja y avanzaron 34 kilómetros por tierra.
La definitiva liberación de sus prisioneros motivó a los combatientes de la resistencia a capturar colonos y oficiales israelíes para lograr un canje a cambio de los palestinos detenidos en los presidios sionistas.
A pocas horas de iniciada la batalla, sumaron a sus fuerzas el apoyo de la Yihad Islámica y los Frentes Popular y Democrático para la Liberación con todas sus brigadas militares.
Destruir el muro en la Franja de Gaza, liberar puestos ocupados por las fuerzas enemigas, causar cerca de mil muertes israelíes, bajas en el ejército y llevar sus ataques hasta el aeropuerto Ben Gurión, evidencian la disposición de las milicias palestinas de alcanzar el triunfo.
Como sucedió hace 50 años con la victoria de varios ejércitos regulares en su ataque contra la ocupación, el conflicto árabe-israelí volvió a explotar en el mes de octubre, esta vez a través de las fuerzas de resistencia palestina, en un momento de respuesta tras la persistente agresión sionista.
La Autoridad Palestina en la voz del presidente, Mahmud Abás, reconoció el derecho del pueblo a defenderse; en tanto, la acción recibió respaldo en Irán, Iraq, Líbano, Siria y Yemen, en su condición de partes esenciales en el llamado eje de resistencia.
Humillado, el gobierno del ultraderechista Benjamín Netanyahu declaró el estado de guerra y pidió ayuda a su aliado Estados Unidos, quien intensificó los contactos políticos para evitar una escalada regional.
La resistencia utilizó drones que lograron paralizar los sistemas israelíes avanzados, sus hombres armados cruzaron más allá de la valla fronteriza y los misiles destruyeron tanques Merkava.
Fuera de Palestina, el movimiento Hizbulah en Líbano envió un mensaje a Israel y a sus aliados con el lanzamiento de cohetes hacia tres sitios enemigos en las Granjas de Shebaa ocupadas.
El jefe del Consejo Ejecutivo de la Resistencia libanesa, Hashem Safieddine, enfatizó la posición del movimiento al subrayar que «no somos neutrales y les decimos a los palestinos: Todo lo que tenemos está con ustedes».
Para intentar atemorizar, Washington ordenó enviar el portaaviones «Gerald Ford» al Mediterráneo oriental con equipos y recursos adicionales para ayudar a Israel y en paralelo acudió a Qatar y Egipto en busca de mediaciones diplomáticas.
En medio de este escenario, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, dialogó con los líderes de los movimientos de la resistencia palestina, tras la operación el Diluvio de Al-Aqsa.
Confunde la postura de gobiernos, figuras políticas y de la comunidad internacional al condenar la respuesta palestina y desconocer en sus comunicados la historia diaria de violaciones, torturas y asesinatos cometidos por las fuerzas israelíes.
A tres días de constante bombardeo y el contraataque israelí, el escenario impone varias interrogantes:
¿Será el Diluvio de Al Aqsa otra batalla más en el histórico conflicto en Medio Oriente? ¿Podría la región vivir un enfrentamiento árabe-israelí con la participación de todos los frentes, similar a la Guerra de octubre de 1973? ¿Deben los palestinos confiar y aguardar por la legalidad internacional a pesar del silencio en estos 75 años de masacres?
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