El ilustre actor, narrador, locutor y presentador Pastor Felipe Arencibia Massó (1945-2005), una de las voces emblemáticas de la radio cubana, y de la Onda de la Alegría en particular, fue el primer locutor-presentador del antológico espacio Nocturno, que transmite diariamente, en horario estelar, la Emisora de la Familia Cubana.
A Pastor Felipe (su nombre artístico) lo caracterizaba, básicamente, su indiscutible profesionalidad y fecunda trayectoria en los medios masivos de comunicación, sobre todo en las ondas hertzianas, donde se constituyó —por derecho propio— en la voz que identificara a uno de los espacios preferidos por los fieles oyentes de la nonagenaria Radio Progreso, así como por los cibernautas en audio real por Internet.
Diputado al Parlamento Cubano, fue un destacado combatiente cuando la invasión a Playa Girón, cumplió misión internacionalista en Mozambique, y cosechó una fecunda labor en la radio y la televisión insulares.
Recibió en vida diplomas de felicitación y reconocimiento por parte de organismos del país, e impartió clases de locución a diferentes grupos de jóvenes profesionales del sector.
El autor de esta evocación literaria tuvo el privilegio de conocer y tratar a Pastor Felipe, no solo desde el punto de vista profesional, sino también afectivo. En 1999, se produjo mi llegada a Radio Progreso, y entre los primeros profesionales de la palabra hablada que me presentó la maestra Lilia Rosa López, Premio Nacional de Radio, fue —precisamente— al conductor de Nocturno.
En 2002, coincidí con Pastor Felipe en un evento de la radio insular, que tuvo como sede el Hotel Nacional de Cuba y que fui a reportar para Radio Reloj y Radio Habana Cuba, emisoras con las que colaboraba en aquel entonces. Allí departimos un buen rato con Lilia Rosa, con él y con otros locutores y periodistas que cubrían dicha actividad.
Recuerdo —con no disimulada emoción— que me hizo una observación crítica, que mucho le agradecí y que no olvidaré jamás cada vez que evoque su efímera estancia terrenal, caracterizada —en lo fundamental— por la imponente personalidad que lo distinguía en el medio artístico o fuera de él, y por aquella voz, única e irrepetible, con que acariciaba el intelecto y el espíritu de los radioescuchas y televidentes cuando ejercía la locución o actuaba en la radio o en la pequeña pantalla.
¡Gloria eterna a Pastor Felipe en el aniversario 75 de su natalicio!
Like (0)