Este noveno mes del año parece que será decisivo en el enfrentamiento a la Covid-19 en Cuba, a partir de las noticias que trascendieron en las últimas jornadas.
El inicio en septiembre de una intensiva campaña de vacunación en infantes y adolescentes, más la inmunización de alrededor de 600 mil convalecientes a la enfermedad a lo largo de estos 18 meses, además de otras 40 mil personas pendientes por ser alérgicas al timerosal, completarán la arrancada para una meta posible: que este mes ya reciba como mínimo una primera dosis toda la población cubana mayor de dos años con posibilidad de ser vacunada.
La tarea parece gigantesca, más en medio de un pico pandémico que aún dista de estar controlado. De la organización y fluidez de este proceso tan abarcador, dependen otros pasos tan importantes como la reanudación progresiva de las clases presenciales en la medida que los distintos niveles de enseñanza reciban la inmunización.
Habrá que hacerlo todo con mucha precisión, y eso incluye no abandonar las medidas preventivas frente a la Covid-19, ni cejar en trasmitir a la ciudadanía ese sentido de la urgencia junto con el riesgo todavía latente, para que no haya excesos de confianza que puedan agravar aún más la situación sanitaria.
No debe faltar en este punto la colaboración de la población con el personal de la salud, y todo el entramado institucional que debe garantizar el éxito operacional de una campaña de vacunación como esta. Y eso quiere decir no solo esperar pasivamente al momento en que a cada paciente le corresponda su inyección, sino mostrar una actitud proactiva, de interés, que contribuya a agilizar, nunca a crear trabas, y en caso de posibles imprecisiones o inexactitudes, que bien pudieran ocurrir en un proceso de tanta magnitud, tratar de ser parte de la solución, sin generar crisis o conflictos innecesarios.
Porque además esta ofensiva contra el nuevo coronavirus requiere de un oportuno aseguramiento material en medio de las numerosas dificultades económicas que padecemos como consecuencia del recrudecimiento del bloqueo del gobierno de los Estados Unidos, más las afectaciones derivadas de la propia crisis global con la pandemia.
Por tanto hay que prestarle atención a la vacuna, y también a otras múltiples actividades del ámbito económico y social, para que tengamos la posibilidad de recuperar en paralelo la salud del cuerpo y la de nuestra resentida economía.
Todavía es previsible además que debamos enfrentar golpes duros como resultado de esta terrible pandemia, de esos que cada día en los últimos meses nos conmueven y afectan por la pérdida de seres queridos o las angustias y dolencias que provoca el virus, pero hay que sacar la fuerza y la confianza en nuestras propias capacidades, tantas veces probadas, para superar situaciones límites, tanto individuales como colectivas.
Pongamos, entonces, nuestro hombro, en primer lugar a la vacuna, pero no solo a ella: también a todo lo que haga falta hacer, por el bienestar y felicidad de nuestra gente.
Comentario.- Francisco Rodríguez Cruz
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