Cuántas personas conocen o se han puesto a pensar en el mundo porqué el mediterráneo se convirtió en una tumba gigante o el tren llamado la bestia, consumió tantas vidas humanas.
Lo cierto es que en estos sitios a pesar de estar ubicados en diferentes latitudes del globo terráqueo, se suceden acontecimientos interconectados entre si por un mismo objetivo: la búsqueda de un sueño.
Es aquí que comienza la ola migratoria, muchas veces estimuladas por toda una maquinaria propagandística y otra causa objetivamente fuerte es el resultado de las propias condiciones de vida en los países donde las crisis económicas y políticas generan el desasosiego y la inseguridad.
Esas crisis generadas en ocasiones por las grandes potencias que con el afán geopolítico provocan guerras y desestabilización, no importa el continente de que se trate.
De ahí salen los migrantes hacia los países económicamente más desarrollados y que otrora fueron sus metrópolis.
Hay que tener memoria histórica en un contexto donde se debe reconocer que muchas de las sociedades de hoy, formaron sus bases, en buena medida, en las riquezas de esos pueblos, a la zaga de todo un proceso civilizador acompasado y en correspondencia con las transiciones de un presente promisorio.
Y pasando revista a este tipo de panorama apreciamos las similitudes existentes en las medidas que adoptan los gobernantes de los estados para evitar la entrada de esos migrantes; desde un costosísimo muro en la frontera con México, provocador de cabildeos en el senado de Estados Unidos hasta un acuerdo financiero con Turquía para un centro concentrador de estas personas y reenviarlos a sus países, o los casos de Grecia y Níger, muy parecidos en los objetivos finales.
Dinero para construir el muro o los dreamers salen del país esta es la trampita de Trump, para deshacerse de los migrantes a los que considera material de desecho, para decirlo de un modo más adecuado a este tipo de publicación.
Cuánto padecen los miles de centroamericanos que corrieron tras el sueño americano, vendieron bien barata su mano de obra y ahora son castigados, los separan de sus hijos menores, muchos de los cuales llegaron solos y hoy pese al reclamo internacional, aún pernoctan en centros de acogida.
Desesperanza ante la realidad socioeconómica y de violencia empuja a miles de ciudadanos de Centroamérica hacia los Estados Unidos, todo esto con un viso de tragedia ante los ojos del mundo. Latente está el caso de la niña Guatemalteca, Jacqueline, de siete años, muerta de hambre y sed en la frontera estadounidense.
Otro es el panorama al cruzar el océano
Barcos fondeados en las costas en espera de que a un grupo de directivos decidan por la vida humana, sin importar resoluciones y articulados de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR. Ese es el destino de los migrantes que escogieron un camino impuesto prácticamente por las circunstancias.
Europa que ha recibido hasta ahora el nivel más alto de emigrados, a pesar de ser un gigante económico, políticamente demuestra una proyección pequeña pues solo intenta calmar los acontecimientos; y qué decir de Francia y Gran Bretaña con un papel más bien desestabilizador.
En el Mediterráneo desde Turquía a Libia la situación es caótica. En este sentido la Unión Europea no tuvo una gestión respecto al flujo migratorio del sur; nunca llevaron una respuesta civilizada, ahora es difícil, pues se suma al presente la migración subsahariana.
La situación de África es mucho más compleja por tres factores: El problema demográfico progresivamente va de 162 millones de habitantes en la década de los 90; ahora 1200 millones y en el 2030 tendrá 2 mil millones. No hay sistema ni liberal, ni socialista con posibilidades de propiciar una solución factible.
Por otro lado está la estructura del poder que beneficia a pocos, riqueza concentrada, no tiene un estado de derecho como el europeo con siglos de experiencia además, el 40 por ciento de la población africana tiene 23 años promedio.
Y por último, el desafío climático, las migraciones no son de trabajo, son climáticas hoy existen 20 millones de migrantes climáticos en África.
Pero bien, no siempre fue así, pues reitero, países que hoy son sólidamente viables se fundaron a base de las oleadas de emigrantes y sin dudas constituyeron una mano de obra fundamental, junto a las riquezas que salieron de sus tierras ancestrales. Todo ello incidió en mayor o menor medida, en el desarrollo ulterior de esas sociedades desde todos los puntos de vista.
Siglos después estamos en un punto; personas que van y vienen en busca de mejores condiciones de vida y legalmente debe proporcionárseles un estatus humano porque lo son y se necesitan, esa es la mera verdad.
Asimismo, conocemos de las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo donde refieren que unos 214 millones de personas, alrededor de un 3 por ciento de la población mundial y más del doble que hace 25 años habitan en un país distinto del suyo de origen.
Teniendo en cuenta esa realidad es menester no dar la espalda porque concretamente, para países con una población que envejece, la disponibilidad de mano de obra inmigrante es un activo.
Existe el temor o la inquietud, por decirlo de algún modo, en los países receptores por la consecuencia a lo interno con la asimilación de inmigrantes porque este elemento también puede inducir efectos sobre su demografía y, por tanto, sobre la oferta disponible en el mercado de trabajo.
No obstante, tomemos a Alemania como ejemplo ilustrativo, donde entre las implicaciones de la caída de la inmigración y del descenso de la tasa de fertilidad se encuentra la reducción del crecimiento potencial de la economía.
Según expertos del Bundesbank, el crecimiento potencial de la economía caerá desde el 1,3 por ciento actual hasta el 0,7 por ciento a partir del año 2021 si los flujos de inmigración netos caen.
Los especialistas destacaron también que la escasez de mano de obra será un desafío para el crecimiento económico germano en el futuro. Las empresas tienen cada vez más dificultades para llegar a sus compromisos porque no encuentran la mano de obra que buscan en el mercado.
Tal panorama puede reflejarse en la euro-zona y por ende ratifica la idea de que la migración es un activo a tener en cuenta por los gobiernos a la hora de trazar una estrategia coherente con las perspectivas de desarrollo tanto social como económico.
También es sabido que los trabajadores extranjeros tienden a concentrarse asimétricamente en puestos de trabajo que no requieren la calificación que poseen, pero es pertinente esperar que en el transcurso del tiempo los factores generadores de este fenómeno pierdan intensidad y así los inmigrantes puedan aportar sus capacidades productivas con más plenitud al desarrollo de la economía del país que les acoge.
Cerramos con el ejemplo de Alemania porque allí se ha llegado a afirmar por sus propios analistas que la llegada de inmigrantes es fundamental para el crecimiento de un PIB robusto durante años, pero también ha sido el principal amortiguador contra la subida de los salarios, entonces a partir de ahí observemos y tratemos de colocarnos en esa rampa de lanzamiento, porque es precisamente en ese punto hacia donde deben mirar las naciones receptoras de inmigrantes.
Quizás, en el contexto actual de los confinamientos provocados por la pandemia del Covid-19 sea un tanto difícil asimilar realidades como estas, pero es precisamente ahí donde radica la celeridad de definir cuestiones referidas a la migración, porque la etapa pos Covid avizora de antemano, a nivel global, un declive económico con las consabidas implicaciones sociales y todo lo que ello trae consigo.
Finalmente, lo cierto es que quienes pegan en las puertas en busca de un sueño, pueden ser protagonistas potenciales del desarrollo en varios países.
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