La decisión de continuar la lucha iniciada en 1868 en la Demajagua, constituyó la premisa de una acción concebida por el apóstol en la denominada Guerra Necesaria y a la cual entregó toda su capacidad organizativa, aunando a la aquella pléyade de luchadores dispersos por entonces en diferentes países de Las Américas.
Así, el 15 de marzo de 1895 desde Puerto Limón, Costa Rica el general Antonio Maceo embarca junto a 22 compañeros en el buque Adirondack a reencontrarse con su país para proseguir con un juramento familiar: libertar a la Patria o morir por ella…

El día de la partida escribe a su entrañable esposa María: …”La patria ante todo; tu vida entera es el mejor ejemplo, continuar es deber; retroceder, vergüenza oprobiosa. ¡Adelante, pues; para el terruño, la gloria de sacrificarlo todo!”
El Titán de Bronce asume como buen cubano que su deber primero es con Cuba y deja de lado las inconstancias palpables de algunos próceres de nuestra historia como la del brigadier Flor Crombet, hombre de un inmenso valor patriótico, que no debemos demeritar no obstante a sus disquisiciones.
La expedición vendría hacia la isla aún con el criterio anticipado de Maceo de que se requería de más dinero para acometer tal encomienda; Crombet es nombrado Jefe de la misma ante su certeza de que con menos dinero y hombres lo puede lograr.
El General Antonio acata la orden de acuerdo al último plan de Martí y se subordina. Colabora incluso cuando antes de la partida aún Flor no tiene ni la embarcación ni las armas disponibles.
Ya a bordo del buque Adirondack el general Antonio expresa:…”Voy camino de mi patria, a servirla libre del contagio de ambiciones personales, y solo impediré, con energía y resolución, las transacciones inútiles con España”.
Arriban a la Isla Fortuna desde donde se trasladan en una goleta hacia su añorado país. Mientras se acercan el navío toca fondo y los expedicionarios se echan al agua, llegan a tierra bordeando la desembocadura del río Duaba en la zona de Baracoa. Están en Cuba y es Primero de abril de 1895.
Durante el primer encuentro con tropas españolas, los mambises enardecidos exclaman: ¡Aquí está Maceo! ¡Viva Cuba Libre¡ Nuevamente en los campos cubanos resuenan con ardor los aires independentistas.
