El 31 de agosto de 2016, una aeronave de la compañía estadounidense JetBlue Airways que tocó suelo en el Aeropuerto Internacional Abel Santamaría de la central provincia cubana de Villa Clara tras partir de Fort Lauderdale, Florida, marcó el restablecimiento de los vuelos regulares directos entre ambas naciones luego de una interrupción de 55 años.
Tal paso, dado como parte del proceso de normalización de relaciones iniciado entre ambos países durante la administración del demócrata Barack Obama (2009-2017), contribuyó al incremento considerable de los viajes de ciudadanos y residentes de Estados Unidos a la isla antillana.
Aunque en medio de ese proceso de acercamiento se mantuvieron las prohibiciones que impiden a los norteamericanos ir a la nación vecina como turistas, 12 categorías de viajes permitieron que en 2017 y 2018 fueran a la isla más de 600 mil estadounidenses cada año, además de unos 500 mil cubanoamericanos.
Sin embargo, el sucesor de Obama, el republicano Donald Trump, quien llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, cambió la política de acercamiento por un regreso a la hostilidad abierta hacia la mayor de las Antillas y un recrudecimiento del bloqueo impuesto por Washington hace casi 60 años.
Como parte de esa postura agresiva, una de las prioridades de su ejecutivo ha sido disminuir los viajes de los estadounidenses a Cuba, para lo cual se adoptaron numerosas medidas que han sido muy criticadas por diversos sectores norteamericanos.
Entre ellas, el 25 de octubre los departamentos de Estado y Transporte dieron a conocer que a partir de este 10 de diciembre las aerolíneas estadounidenses solo podrán realizar vuelos a La Habana, y se suspenden los dirigidos a los nueve aeropuertos internacionales fuera de esa capital.
Para justificar esa acción, como mismo ocurrió con restricciones anteriores, el secretario de Estado, Mike Pompeo, volvió a usar como argumentos supuestas violaciones de derechos humanos en la isla, y la solidaridad de Cuba con el gobierno constitucional de Nicolás Maduro en Venezuela.
Según un comunicado del Departamento de Estado, la suspensión de los vuelos busca impedir que el gobierno cubano ‘obtenga acceso a divisas de los viajeros norteamericanos que se alojan en sus centros turísticos controlados por el estado’.
Ese texto no mencionó, sin embargo, que además de dificultar los viajes de los estadounidenses a destinos fuera de La Habana, este nuevo cambio perjudica a cientos de miles de cubanoamericanos que van cada año a visitar a sus familiares a través de aerolíneas como American Airlines, JetBlue y Delta.
Por eso, y aun cuando la administración Trump aduce adoptar las restricciones para beneficiar al pueblo cubano, muchas fuentes denunciaron que esta y otras regulaciones, en realidad tienen un impacto muy negativo en los habitantes de la nación vecina.
Tras difundirse la noticia de la cancelación de vuelos, el presidente de la coalición Engage Cuba, James Williams, expresó en un comunicado que se trata de un golpe innecesariamente cruel para las familias cubanas.
¿Cómo se supone que los cubanoamericanos visiten a sus seres queridos si no hay vuelos a la mayor parte del país? Entendemos que los políticos que hacen esta medida probablemente nunca hayan estado en Cuba, pero incluso ellos deberían ser capaces de ver que la gran mayoría de los cubanos no viven en La Habana, apuntó.
Por su parte, el representante demócrata James McGovern calificó el paso de ‘estúpido truco político’, y añadió que es absurdo que la administración les quite la libertad a los viajeros estadounidenses de volar a donde quieran.
McGovern es uno de los principales impulsores de proyectos de ley introducidos en la Cámara de Representantes y el Senado en julio último para permitir la libertad de viajes de los norteamericanos a Cuba.
En lo adelante, muchas personas que quieren ir a la nación caribeña seguirán apostando por los recorridos de las aerolíneas a La Habana, y quienes necesitan ir directamente a otras provincias seguramente buscarán los servicios de los vuelos chárteres, que se mantienen vigentes a todo el país.
A pesar de las restrictivas regulaciones del gobierno de Trump, durante un evento celebrado en noviembre último en la Embajada cubana en Washington D.C. sobre los viajes a la isla, se reconoció que todavía existe mucho interés entre los estadounidenses por visitar ese destino.