Rolando Pérez Betancourt: un colega inolvidable

Ser periodista, ser Quijote, no solo es el título del libro de la autoría del poeta, escritor y periodista santiaguero, Reinaldo Cedeño Pineda, sino también la definición que —desde la vertiente psicológica— mejor caracteriza la carismática personalidad del laureado crítico cinematográfico, escritor y periodista cultural, Rolando Pérez Betancourt (1945-2023), Premio Nacional de Periodismo «José Martí», quien —en medio de los «avatares» de la Feria Internacional del Libro Cuba, 2023— emprendiera viaje hacia el encuentro con el «Espíritu Universal», leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística de José Martí, y en cuyos amantísimos brazos dormirá eternamente el «sueño de los justos».

Pérez Betancourt era licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana, y miembro distinguido de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en cuya sección de Crítica e Investigación, de la Asociación de Cine, Radio y Televisión, compartimos responsabilidades y establecimos una cálida relación profesional primero, y afectiva, después.

Por otra parte, era el autor de varios textos (entre ellos: La crónica, ese jíbaro y Rollo crítico), en los que recoge el ancho y lejano saber-hacer que poseía, tanto en el dominio de la crónica, polémico género periodístico que se balancea —suavemente— entre la literatura y el periodismo, como en la crítica cinematográfica; campo en el que era, es y será un verdadero experto, ya que la «magia» del séptimo arte lo «atrapó» desde la más tierna infancia.  

Si bien Rolando percibía nuestra noble profesión como fuente nutricia de ética, patriotismo, humanismo y espiritualidad, el amor que sentía hacia el ejercicio periodístico nació y se consolidó desde la adolescencia, ya que comenzó a trabajar —con solo 15 años de edad— como cajero, tipógrafo, redactor y reportero en los rotativos Hoy (órgano del Partido Socialista Popular)y Diario de la Marina, hasta llegar a convertirse en lo que era hasta que acaeció su lamentable deceso: un eminente cronista, periodista cultural y crítico cinematográfico, que ejercía desde la sección «Crónicas del espectador», que publica el diario Granma, del que fuera fundador, así como frente a las cámaras de la pequeña pantalla insular en varios espacios audiovisuales dedicados al cine, y que gozan de gran aceptación popular; entre ellos, habría que destacar La Séptima Puerta,que sale al aire los viernes por el Canal CubaVisión.

La última vez que vi con vida a Pérez Betancourt fue en una reunión convocada por la UNEAC, donde intercambié con él algunos criterios acerca del estado actual de la crítica artístico-literaria en general, y de la cinematográfica en particular. En ese contexto, impartió una verdadera clase magistral acerca de cómo se debía estructurar una crítica cinematográfica (o de otro tipo), para «descubrir» los «secretos» de una buena obra artística, y además, transmitirle al público lector o televidente —con meridiana claridad— los valores en que se sustenta el filme que se analiza desde una óptica objetivo-subjetiva y estético-artística por excelencia, sin obviar —en modo alguno— la proyección éticohumanista que, en todo momento u ocasión, debe condicionar el desarrollo de dicha evaluación crítica.

Si algo buscaba con especial interés cuando caía en mis manos un ejemplar del periódico Granma era, precisamente, la crónica que escribía Rolando Pérez Betancourt acerca de los más recientes filmes nacionales o foráneos estrenados en las «salas oscuras» o en la «pantalla chica», y aunque no siempre estuve de acuerdo con algunos de sus presupuestos teórico-conceptuales a la hora de «diseccionar» una cinta (cubana o extranjera), siempre aprendí de la lectura serena y reflexiva de sus puntuales críticas los esenciales mínimos indispensables para saber discernir entre una buena o mala película, y en consecuencia, saber «descubrir» los valores o contravalores en que se sustenta para que no «nos pasen gato por liebre», como solía decir en un tono jocoso…, muy propio de él.

Esa es, en mi humilde opinión, una buena parte del inmenso legado intelectual y espiritual que les deja Rolando Pérez Betancourt a las nuevas y futuras generaciones de jóvenes (y no tan jóvenes), que decidan incursionar —con éxito— en el martiano ejercicio del criterio en el campo del séptimo arte. 

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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