¿Se independiza Europa?

Marzo no comenzó con buen pie. Lo mismo pudiera decirse de sus dos meses antecesores, aunque al inicio generaran esperanzas con respecto a los agudos problemas adquiridos en el 2020, punto culminante de la andadura de Donald Trump y la traza que estuvo marcando  desde el 2016 y pretende entronizar, según dijo en esa especie de auto relanzamiento que acaba de hacer al cierre de una convención conservadora en Orlando, La Florida.

Ante un auditorio de fanáticos, que los tiene, -insisto en remarcarlo-, volvió a porfiar con su tesis sobre el  presunto robo de la presidencia en las “fraudulentas” elecciones de  noviembre pasado. Se refirió a su disposición de ganarlas legislativas del 2022, encabezando la lista de los republicanos, pese a que no todos en esas filas le tienen aprecio, pues rechazan la probada filiación  del ex mandatario con la ultra derecha norteamericana y otros segmentos reaccionarios muy peligrosos (lo sucesos del 6 de enero así lo prueban) y además, debido al estilo intemperante, siempre crispado,que solivianta sin mesura los asuntos, obviando normas básicas de la convivencia civilizada entre personas y países.

Si por oportunismo político o ingeniada inaceptable vuelven a admitirlo como su valedor, los republicanos se convertirían en cómplices involuntarios, o no tanto, de los objetivos que trazados por el magnate inmobiliario. Dicen que él no soporta perder y como si de un juego  o una refriega de barrio se tratara,  se apresta a imponerse nuevamente lo mismo con malas artes que aprovechando las fisuras de cualquier estructura convencional.

Si esa posibilidad es sobre todo un desafío, no anda en escaño inferior lo que ya provocó en el cuatrienio que estuvo en la Casa Banca, que mide su impronta sobre la sociedad norteamericana, y lo igualmente dañino que promoviera en las relaciones y acontecimientos internacionales.

Por ejemplo: Restaurar el daño provocado con la retirada del acuerdo nuclear con Irán, ya está resultando meta ardua para la administración  Biden, pese a su declarado deseo de enmendar tan gravísimo despropósito. Por el estilo ocurre con el desorden causado por  su enfoque y trato con los miembros de la OTAN, como si ese organismo no existiera más en beneficio de Washington que del Viejo Continente.

Logró acrecentar el deseo europeo de tener su propio sistema defensivo. No desean romper lazos con Estados Unidos, pero no ser tan dependientes como hasta aquí.

Uno de esos resultados que nadie espera de las contingencias especiales, se presenta en el enrevesado panorama internacional dejado por la Covid-19. El transcurso de la pandemia, con Trump pirateando con total descaro y egoísmo medicinas y suministros médicos resultó otro ingrediente para que los europeos corroboren sus antiguos deseos de emancipación.

“En vista de una inestabilidad global creciente, reafirmamos que la UE necesita asumir una mayor competencia en su seguridad”. Es una de las conclusiones dejadas por la cumbre europea efectuada  a finales de febrero. En ese texto se reconfirma el convencimiento del Pacto Comunitario para “aumentar la capacidad de ese grupo de conseguir “actuar autónomamente” (…) “para poder lidiar de manera efectiva con todas las amenazas y desafíos de seguridad” continental.

Dicho de otro modo: la vieja aspiración de tener una política defensiva común la aceleró Trump con su actitud poco constructiva y si bien Biden lanzó sus primeras carnadas para recuperar terreno,  los socios trasatlánticos de Washington, parecen en ruta para materializar el empeño, aunque aseguren, por ahora, no orillar a la OTAN, brazo armado de EE.UU. en el Viejo Continente, concebido contra la Unión Soviética,pero en cuanto ella dejó de existir, salidos de sus fronteras iniciales (recordar Irak, Afganistán, Libia), no en defensa propia  ni ante urgencias del mundo unipolar surgido en 1991, sino marcando el territorio a la usanza de los animales salvajes que   necesitan revalidar su imperio.

Tres decenios después de auto disuelto el antiguo enemigo, la Casa Blanca ve en Rusia un fantasma que preferirían aniquilar, sobre todo desde que volvieran a un recuperar parte de sus antiguos lustres.

Mucho dependerá de las habilidades demócratas para recuperar prestigio y confianza. No obstante, se estima que hasta con el mejor de los resultados, no se va a parar el empeño europeo y, de continuar el cronograma trazado, es de esperar un salto en el 2022, luego del trabajo avanzado por Alemania durante su presidencia de la Unión Europea, y con el relevo a Francia, donde se estima muy especialmentelograr la susodicha soberanía.

Si se tasan los indicadores del proyecto hasta ahora conocido, se verán los   delpropósito. Uno de los objetivos será este mejor preparados para dilucidar cualquier crisis.Un segundo puesto radica en ampliar la infraestructura para crear armamento propio y, en no inferior sitio se ubica poner límite, a través del desarrollo interno de Los 27, a la actualsubordinaciónen temas de gran relieve como la tecnología digital y la producción defármacos.

Serían las bases pero no todos los catálogos destinados a obtener una autonomía estratégica deseada pero difícil dados los compromisos de los últimos siete decenios y de la interconexión mundial exigente.

Será necesario, además, vencer las reticencias de algunas naciones del espacio postsoviético, sus políticosmásconservadoras, que prefieren mantenerse bajo la sombrilla de la Alianza Atlántica, aunque signifiquesometimiento y cierta dosis de desprecio.

En resumen, es un tránsito complejo, y por ello mismo, sujeto a circunstancias no previstas, entre muchas, la voluntad de aquellos dirigentes que están construyendo o van a heredar estas aspiraciones.

Publicado Por: Elsa Claro

Periodista, poeta, narradora de altos quilates, que ejerce el ejercicio del comentario de manera cotidiana y de una excelencia de referencia. Su obra poética ha sido reconocida por el poeta nacional Nicolás Guillén desde sus primeros títulos líricos. Actualmente, este Premio Nacional de Periodismo José Martí transmite sus trabajos periodísticos en el espacio En Vivo Directo. Correo: elsa.claro@icrt.cu

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