Celia Sánchez Manduley, la flor más autóctona de la Revolución, fue una revolucionaria imprescindible en nuestro proceso social, una mujer extraordinariamente amable, solícita y dulce.
Celia Sánchez Manduley, la flor más autóctona de la Revolución, fue una revolucionaria imprescindible en nuestro proceso social, una mujer extraordinariamente amable, solícita y dulce.